Según datos (no) facilitados por los sindicatos y el Gobierno, es imposible conocer el número exacto de liberados sindicales, ya que esas cuestiones corresponden directamente a los comités de empresa. Estudios externos destapan que 15.000 trabajadores dedican toda su jornada laboral a la defensa de los derechos de los trabajadores en los sectores público y privado. Unos 500 millones de euros cuestan a los españoles los representantes sindicales a tiempo completo, sin contar con los gastos de reposición por otros trabajadores para realizar su trabajo original y otros desembolsos indirectos. Las cifras aumentan si contamos con los liberados sindicales que disponen las propias centrales sindicales. Todo muy confuso.
Un dato, Álvarez y Fernández Toxo, líderes de UGT y CCOO, llevan más de tres décadas disfrutando de la liberación sindical.
No hay que confundir la figura del liberado con la del delegado sindical. En España unos 350.000
trabajadores defienden a sus compañeros desde su puesto de trabajo. Con algunas preferencias y derechos, no llegan a disfrutar de las condiciones especiales de sus compañeros liberados.
A pesar de los recortes y congelaciones del Gobierno del PP, motivo principal de las últimas manifestaciones organizadas por los sindicatos, las subvenciones a las centrales siguen alcanzando cifras desorbitadas. Una cantidad cercana a los 10 millones de euros reciben anualmente los “defensores de los trabajadores”, cifras que quedan muy lejos de los 29 mill € adjudicados por el PSOE de Zapatero en el año 2011, en la cresta de la crisis económica.
Estos datos contrastan con el funcionamiento de las centrales sindicales en los países de Europa. Salvo en Francia, donde el sistema es similar al español, con millonarias subvenciones y múltiples denuncias de caciquismo y corrupción, son los trabajadores los que sufragan el funcionamiento de los sindicatos con sus cuotas personales.
Curiosamente, la cifra de afiliación es más baja en los países que costean mediante ayudas institucionales a los sindicatos que en aquellos en los cuales son los trabajadores los que mantienen el funcionamiento de los mismos. En nuestro país, con una caída del 20% de afiliación en los últimos años,
13 de cada 100 trabajadores busca el respaldo sindical. En Suecia, por ejemplo, un 70% de los asalariados paga su cuota sindical.
La respuesta al desapego de los “currantes” a los sindicatos en España es sencillo, las centrales sindicales se han convertido en focos de corrupción y enchufismo, almas gemelas de los partidos políticos. La historia reciente de UGT y CCOO guarda escándalos bochornosos, el cobro de un 10% de los despidos a los trabajadores, el caso ERE en Andalucía, la Promotora de Viviendas Sociales…
Los actuales sindicatos son unas instituciones rancias y caducas, aunque necesarias, que necesitan reformular su existencia para seguir ejerciendo su fin primordial, defender a los trabajadores. Mientras tanto, seguirán cayendo en popularidad y en afiliación.