«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Marcados

2 de marzo de 2017

Campan a sus anchas por la Cataluña del 3%. Amparados por la superioridad moral que les da pertenecer a la élite naZionalista, pretenden hacer comulgar con ruedas de molino a quienes voluntariamente han apostatado. Dar la espalda a una ideología rancia y excluyente, que pretende fomentar el odio y establecer fronteras absurdas e innecesarias en la Europa del S.XXI, es motivo suficiente para ser marcado y aparecer en listas públicas de escarnio y persecución..

Tienen el apoyo de las instituciones que llenan sus bolsillos. Reciben ingentes cantidades de dinero para perseguir a aquellos que osan combatir contra el régimen establecido. Controlan publicaciones, rotulaciones y medios y denuncian al proscrito que intenta pensar y ser diferente. Lobotomizan a diario a los pequeños en los colegios. Moldean en centros públicos, a su imagen y semejanza, a odiadores soberanistas.

Utilizan la bandera estelada para esconder las vergüenzas de una trama organizada que ha saqueado, y saquea, una región rica y próspera. En nombre del separatismo malversan y malgastan el dinero procedente del sudor de los ciudadanos.

En el resto de España asistimos impertérritos a la deriva secesionista. Hemos pasado del “Cataluña es España” al hartazgo absoluto y al “Que se vayan, pero que no vuelvan, nunca”.

Olvidamos con nuestro pasotismo a los perseguidos, son pocos, pero muy valientes, y merecen nuestro respaldo y respeto y que no les dejemos abandonados a su suerte, una suerte que no han elegido. No tienen el apoyo de partidos e instituciones públicas, pero combaten a diario, en primera línea de fuego, sin trincheras.

Los podéis encontrar en sus blogs y en las distintas  redes sociales, respondiendo a pecho descubierto a los continuos ataques e intimidaciones de grupos de trolls organizados. Filtran sus fotos y datos personales para fomentar el odio entre sus vecinos. Son marcados a diario y temen que un día las amenazas verbales se tornen en actos de violencia física sobre ellos. Están expuestos y siguen luchando, sin descanso.

Todos somos cómplices de esta situación, pero especialmente los catalanes que miran para otro lado mientras asisten a declaraciones y actos de xenofobia contra aquellos que se sienten españoles. 

Cuando ocurra una desgracia nos llevaremos las  manos a la cabeza y llenaremos nuestros perfiles de ridículos lazos como gesto de solidaridad. Entonces será tarde.

Valga esta columna como una llamada de socorro desesperada. No estáis solos.

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