«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Muera la inteligencia

22 de marzo de 2017

Dicen que hoy es su día. Porque es veintiuno del tres y ellos tienen esa trisomía. En realidad el día de mi bebé fue el domingo, porque se llamará José y recibió frotecitos en mi tripa que le susurraban “felicidades”. Conferencias en la ONU, concienciación, mirarles de forma diferente…, todo eso nos recomiendan hoy la tele y la radio. Que hemos avanzado mucho, también han dicho, pero que aún persiste ese miedo a lo diferente. Hemos avanzado tanto, que el 98% de los bebés con síndrome de Down son abortados. Tanto, que como nuestros hijos no van a ser listos o guapos ya no vale la pena que vivan, ya no vale la pena cuidarles. En realidad hemos avanzado muchísimo, pero en hipócritas.

Desde que todos los deberes se convirtieron en derechos ya no existe el deber de cuidar a nuestros hijos, sino el derecho a decidir si van a nacer. Y así es como se complejiza este asunto tan sencillo, porque hay dos derechos enfrentados, el derecho al aborto y el derecho a la vida, y como todos los conflictos de derechos, acaban siendo relativos. Ni para ti ni para mi, dirían dos letrados reunidos en una poderosa sala. Pero mucho menos para el pequeñín que solo puede dar patadas en el vientre. Sobretodo si no va a ser ni listo ni guapo, porque entonces la ley pone más peso en la balanza del derecho al aborto. Y así es como llegamos al 98% del principio.

Yo le quiero igual, o más alomejor, porque la sociedad le querrá menos y así compenso. También dicen por los altavoces, que en lugar de mirar sus deficiencias hay que mirar sus capacidades. Pero yo pienso que no hay que mirar ninguna de las dos. Hay que mirar personas, y mucho más allá, hay que mirar almas. Porque el alma no tiene cromosomas, aún no han podido saber lo que tiene, todos esos tan inteligentes. El alma, que es eso que diferencia al ser humano del resto de formas de vida, muchas veces funciona al revés que el mundo, por eso lo perdemos de vista tan fácilmente. Un alma bonita es un alma que hace el bien y evita el mal, y cuanto más bien, más bonita. Hay discapacitados de alma, que son aquellos que lo tendrán más complicado para hacer el bien, por ejemplo los ricos, que les será muy difícil entrar en el Cielo. Y hay almas superdotadas, como las de las personas con síndrome de Down, porque la simplicidad de su inteligencia, limita el mal que puedan hacer. La justicia divina es una justicia perfecta, y seguramente ayudará a los pobres ricos.

El pequeño José tendrá los ojos más achinados, una nariz característica, un cuello un poco más ancho, y una inteligencia más pequeña que la de su hermanita. Pero de verdad que es un privilegiado, y tenemos muchas ganas de que nos enseñe que los listos muchas veces estamos equivocados, porque tenemos los pies muy en la tierra, y a veces hay que tenerlos en el Cielo. No lo hacemos, porque de nuestros pies tira la gravedad de lo material, del egoísmo, del hedonismo, del narcisismo. De todas esas palabras que José no va a querer utilizar. Inteligencia hay de sobra en este planeta, hace falta más amor, más caridad. Y si toda esa inteligencia no sirve para proteger a los débiles del mundo, entonces muera la inteligencia.

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