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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Naked attraction

23 de mayo de 2024

Tampoco hay que exagerar con el programa ‘Naked Attraction’. Al fin y al cabo, se emite en media Europa. Ahora no vale querer volver a la España del convento y el Tenorio…

Porque cuando se quejaban de ‘Mujeres y Hombres y Viceversa’ (MYHYV) algunos avisábamos de que no estaba tan mal. Era un programa de citas orientado a conocerse, al amor romántico y la pareja, donde se hablaba con lenguaje actual de sensaciones poéticas, del misterio de un beso, de las mariposas en el estómago; mandaba allí la dualidad platónica mente-cuerpo, interior-exterior. El exterior podía gustar, pero luego en las citas tenía que surgir ese «algo». ¿El aleteo del espíritu? Dar cañita, dar vidilla o el summum: la risa… Cuando la relación ya estaba avanzada había citas sin cámaras donde las cosas pasaban o no, pero solo se imaginaban.

Había recato, abstinencia, exclusividad…

¡Pero no les gustaba a los moralistas! Tampoco a los (llamémosles) progres, cuyas potentes mentes eran demasiado para estas cosas (antes de que el sanchismo y la Gran Depresión del CI comenzará a hacer necesario ‘izquierdizar’ todo Telecinco y hasta el tiktok).

Ahora llega ‘Naked Attraction’, presentada por la neofeminista Marta Flich (en términos de Rocio Jurado, una «feminista desesperá«) y se invierte (con perdón) el proceso. Lo primero es ver el pene y luego, si hay éxito, la cita vestidos (en cierto modo es una revolución, como si las historias de crímenes empezaran conociendo al asesino y hubiera que adivinar el cadáver).

Alguien busca pareja y decide ir al concurso donde encuentra seis personas de otro sexo (esto habrá que mejorarlo) desnudas y metidas en tubos como si fueran un puro. Ya es más fácil ver penes colgando que conservadores en televisión. Ellos no posan con la grácil ligereza del Apolo, sino como porteros de discoteca sin convenio o carniceros esperando la instrucción de la clienta. Es fundamental dar sensación de seguridad.

El caso es que se hace una valoración completa del físico incluyendo «el elefante en la habitación». Es todo sobre tamaños, grosores, pero sobre todo proporciones, simetrías. Miramos las cosas como pintores.

Hay en el concurso el indispensable componente darwinista que es la sal de la vida y por eso suelen caer los bajitos, tengan como tengan lo que tienen. Creo que los hombres bajitos son la minoría más oprimida de Occidente y por eso de vez en cuando uno de ellos toma el poder y se venga (tiene que haber un análisis de la historia en función de los hombres breves).

Pero la carne llega donde llega y al final el rostro hace mucho. El resultado se forma como en Eurovisión. El voto del jurado sería el cuerpo, pero decide la cara, el voto popular.

Lo, digamos, edificante es que, de alguna forma, en eso se mantiene la vieja dualidad de MYHYV. La cara restituye la importancia del alma (todavía no podemos verla o intuirla en los labios vaginales o el escroto). Luego todas esas promesas deberán verse cumplidas en la cita y la conversación, que es el nuevo sexo.

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