«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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Plurales y singulares

15 de junio de 2024

Estamos los españoles asimilando todavía nuestra extraordinaria pluralidad y diversidad, única en Europa y en el mundo entero, cuando Marisú nos recordó ayer con una bofetada —porque su hablar es una mano de tortas al buen gusto, a la educación, al sentido común y al diccionario— el concepto ‘singular’. No nos vengamos arriba. Cataluña y las Vascongadas —ellos utilizan el término sabiniano ‘Euskadi’ creyéndose muy modernos— son singulares y por eso necesitan más pasta, más rápido y mejor. Los demás, no. Yo a eso, así a bote pronto y sin previa reflexión, lo denomino privilegio, pero es porque la ultraderecha se ha apoderado de mi cuerpo. Qué cosas, la derecha denunciando el privilegio… Cómo hemos cambiado, que cantaría Presuntos Implicados.

¿Pero por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo? ¿Por qué le llaman singular cuando quieren decir superior? Y en estas llevamos más de cuarenta años. Asimilando y tragando que ser extremeño no es lo mismo que ser catalán. Es lógico entonces que Cataluña tenga cuatro paradas de tren de alta velocidad y a la bellísima Extremadura sólo puedas llegar a tiempo si vas en tu coche, porque todísimos los ministerios de Fomento han considerado que invertir en sus comunicaciones no es necesario. Es evidente que es gente demasiado normalita para ser dotada de un tren en condiciones.

Resulta todo muy curioso porque el término ‘singular’ apela a lo extraordinario, raro o excelente —yo siempre con la RAE a cuestas—. Es decir, que catalanes, vascos y navarros –estos últimos como consecuencia de la invasión panvasquista y el reconocimiento de su fuero, como si fueran los únicos con fuero antiguo– son extraordinarios, raros o/y excelentes. La repanocha. Por tanto, merecen un trato diferente a los murcianos, gente del común, también normalita y que vota bastante fachita, por cierto. Ya no digamos los madrileños, máquina de fango y maldad. A la hoguera con todos nosotros.

Así pues, España es plural porque hay una masa de población monolítica, antigua —en el sentido de viejuna— y simplona llamada Restospaña, y luego están las regiones que son premiadas con más dinero para que lo gasten en sus cosas por razones históricas —Marisú dixit, y pixie también si quieren—. In Spain, we call it progresismo. Cosas veredes.

Recordemos que eso tan difuso de las razones históricas a las que la gente apela creyendo que ciertas comunidades autónomas tuvieron una historia impresionante y las demás dedicaron su existencia a comer churros con chocolate, se debe a que durante la Segunda República se les concedió a vascos, catalanes y gallegos un estatuto especial de autonomía y eso —por lo bien que salió, golpe de estado de ERC incluido— les hace dignos per saecula saeculorum de un trato diferente y preferente. Por cierto, a eso dedicaba su vida Feijoo, a que Galicia fuera tan diferente y preferente como las otras comunidades históricas, cuando fue llamado a Madrid a no hacer nada contra el golpe de estado. Ahora, Huanma Moreno Bonilla le toma el relevo con su causa blasinfantista —¡viva la nación andaluza!—.

Pero que nada de esto les cause preocupación, que García-Page está dispuesto a oponerse con toda la fuerza que tiene los días pares de los años bisiestos a esta discriminación absurda e injusta. Por fortuna, ayer se dio esta circunstancia. Estamos salvados. «Sólo faltaría que encima toda la fiesta independentista la terminemos pagando entre todos», ha exclamado preso de la indignación. ¿Pero quién se cree que ha pagado cuarenta años de nacionalismo? Perdón, ¿a quién quiere hacer creer semejante estupidez?

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