'Ser es defenderse'
Ramiro de Maeztu
Prioridades presupuestarias
Por Alejo Vidal-Quadras
8 de enero de 2015

La celebración de la Pascua Militar ha representado el estreno como jefe supremo de nuestras Fuerzas Armadas del nuevo Rey y un año más este solemne acontecimiento nos lleva a una reflexión sobre el papel de los tres Ejércitos y de la Guardia Civil en el funcionamiento del Estado. Se ha destacado que por primera vez desde el inicio de la crisis, es decir, durante el período cubierto por los siete últimos ejercicios presupuestarios, la dotación para Defensa ha aumentado, nada menos que en la impresionante suma de 24 millones de euros, un ridículo 0.4%. Desde el máximo de 2004 en relación al PIB, un 0.80%, el total no financiero destinado a este fin  excluyendo los organismos autónomos, se sitúa hoy en un magro 0.55% de nuestra riqueza nacional, 5770 millones de euros en números redondos. En otras palabras, a la hora de recortar gastos debido a la recesión y a la consiguiente caída de ingresos de la Hacienda pública, el ministerio de Defensa ha sido fuertemente castigado. Los recursos disponibles para efectivos humanos, para material y para misiones propias de este departamento se han visto severamente mermados a consecuencia de la crisis.

Nuestro esfuerzo presupuestario sobre PIB para Defensa se coloca al nivel de Luxemburgo o de Lituania. Polonia gasta un 1.8%, Italia un 1.6%, Francia un 1.4%, Alemania un 1.4%, países todos ellos que también han sufrido los embates de la crisis global y que han mantenido, sin embargo, un nivel de apoyo a sus ejércitos del orden del triple de lo que han hecho los Gobiernos españoles de uno u otro signo. La importancia que otorgamos en España a los encargados de nuestra seguridad en caso de agresión exterior es simplemente patética. Pero lo mismo sucede con la Justicia o con la Policía, cenicientas del Tesoro en comparación con lo se destina a estos pilares del Estado en nuestro entorno geopolítico ¿O es que alguien cree que es por casualidad que en el rango protocolario los ministerios de Exteriores, Justicia y Defensa ocupan los lugares de preferencia, tanto en el banco azul del Congreso como en la mesa del Consejo? Aquí se malbaratan sistemáticamente inmensas sumas en sostener una estructura territorial ineficiente, elefantiásica y disfuncional, que engorda absurdamente la nómina de empleados públicos y los gastos consuntivos, mientras se descuidan elementos fundamentales de una Administración eficaz y moderna. Si solamente se hubiera dedicado a Defensa desde 2008 lo que se ha disipado en corrupción, dispondríamos de una Armada, unas Fuerzas Aéreas y un Ejército de Tierra de volumen y calidad similares a los franceses o a los británicos. La escandalosa escasez en la que nuestros soldados deben desarrollar su actividad es un síntoma, entre otros, de la visión profundamente equivocada de nuestras elites políticas sobre cuáles han de ser las verdaderas prioridades de la acción gubernamental.  

La precariedad de las retribuciones y de los medios a disposición de nuestros hombres y mujeres de uniforme, que están expuestos en cualquier momento a jugarse la vida por sus conciudadanos -véase el reciente asesinato de los dos policías en Paris que vigilaban la sede del semanario Charlie Hebdo para protegerla de posibles ataques de terroristas islamistas- nos ofrecen una muestra particularmente indignante de un Estado construido al servicio de los partidos y no del común de los contribuyentes.

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