Da mucha alegría que alguien te dé la razón, sobre todo cuando la tiene(s). En este caso le debo el favor al caballero que, en la primera salida de Pedro Sánchez de las 30 que tiene planeadas, blandió el cartel: «Que te vote Txapote». Pero, ¿qué razón me daba? Por supuesto, no a que iba a ser un fracaso el plan de «piel con piel» del presidente Sánchez. Eso lo dije, claro está, pero era evidente para cualquiera que haya visto el poco cariño con el que le recibe la gente en cualquier lugar de España.
Cualquiera que vote a Sánchez está votando, aunque no quiera verlo, a Otegui, a Rufián y, naturalmente, a Txapote
Lo que me ha hecho tanta ilusión del señor del cartel es que me ha dado la razón en lo que llevo insistiendo durante varios artículos en La Gaceta. En la trascendencia de la coherencia y el compromiso del ciudadano corriente. Este señor anónimo con un cartel y una frase de cuatro palabras cortas se ha convertido en viral en toda España. Su frase ha venido para quedarse. No me extraña.
Primero, porque, aunque muchos sesudos columnistas han escrito sobre la vergüenza que supone el chantaje continuo y creciente de Bildu al Gobierno de España, el señor anónimo lo ha condensado en una sola frase que se queda en la memoria y que denuncia exactamente el quid de la cuestión. Cualquiera que vote a Sánchez está votando, aunque no quiera verlo, a Otegui, a Rufián y, naturalmente, a Txapote.
Sánchez va a terminar teniendo actos envasados al vacío, pasteurizados y esterilizados
En segundo lugar, no sólo nos sobrepasa a los columnistas, sino que también le ha doblado el pulso a la primera a los cientos de asesores que acumula Sánchez. Estos especialistas pensaron que salir a la calle para corregir a las encuestas era una buena idea. Un tipo anónimo con una cartulina y un rotulador les ha deshecho el minucioso y carísimo plan a la primera de cambio. Tan es así que no se me va de la cabeza que el encuentro en la Moncloa con invitados escogidos y controlados es una manera de evitar esa cartulina en cualquier otra calle de España. Sánchez va a terminar teniendo actos envasados al vacío, pasteurizados y esterilizados.
Todo un presidente del Gobierno, tan guapo, asesoradísimo y preocupado más que por España por cuidar su imagen, es derrotado por un propio de la calle. ¿Es o no es lo que decíamos del poder y el valor de cada ciudadano? Más democracia, imposible.
Un tercer alegrón me la ha dado el valor perenne de la poesía, esto es, de la expresión verbal atinada, aunque sea en un epigrama. ¿O creen ustedes que el cartel habría tenido la misma fuerza si no llega a rimar? La rima sirve doblemente a la memoria: se recuerda mejor la frase, pero también se asocia poderosamente el voto socialista al beneficiario Txapote. La aliteración con chapapote también ronda o mancha el subconsciente, y evoca un chapotear en la sangre, no sólo en el barro. Ese cartel, entre otras cosas, constata la importancia del lenguaje ajustado.
Una verdad expresada con rigor se impone a todos los altavoces reales o metafóricos o mediáticos del poder
En cuarto lugar, el cartel hacía de telón de fondo de la adulación de los miembros del partido y de sus militantes, dejándolos en evidencia. Especialmente al Sr. Espadas, que queda retratado bajo el Txapote del cartel. Es un contraste visual, política y moralmente muy poderoso entre una actitud sumisa y la rebeldía que tiene la verdad. No me extrañaría que esa foto vaya a ser de las que me avergüencen a Espadas de su vida política. Bueno, no la foto, realmente, ni el cartel, sino su colaboración untosa.
Por último, el cartel muestra que no hace falta gritar. Que una verdad expresada con rigor se impone a todos los altavoces reales o metafóricos o mediáticos del poder.
Que todo esto lo haya conseguido un señor anónimo demuestra el punto que he venido exponiendo estas últimas semanas. No podemos renunciar a nuestra responsabilidad, a garabatear nuestra pancarta, a levantar nuestro mensaje. ¿Quién le iba a decir la que ha liado? Mejor dicho, la que ha aclarado, porque a la luz del cartel las cosas han quedado diáfanas.