«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Sorber y soplar

25 de junio de 2025

Imagine que escucha por primera vez este discurso: «Debemos ser capaces de impulsar reformas legislativas, reforma constitucional incluida, para blindar la unidad nacional. Y hacerlo sin miedo al qué dirán. El peligro es tan grande que no podemos andarnos ni con complejos ni con el freno de mano echado. […] Son necesarios cambios en la ley electoral precisamente para lo contrario de lo que pretenden los separatistas y Sánchez. Para que sea una ley electoral justa, donde las minorías [nacionalistas] no condicionen a las mayorías [nacionales]. […] Es necesario blindar la Constitución contra los ataques desde dentro de las propias instituciones. Hoy tenemos a Conde-Pumpido, que preside el Tribunal Constitucional, pero que públicamente se ha puesto al servicio de Pedro Sánchez […]. Esto no puede consentirse. […] Es necesario blindar –esta vez sí– una auténtica y genuina separación de poderes […]  Aquí no nos va a poder temblar la mano, porque hay que asumir que en la otra parte no hay voluntad de acuerdo. […] Dejar claro que entre españoles no caben pinganillos. […] Dejar claro que nunca, jamás, vamos a permitir que en una competición internacional deportiva se pueda producir un partido Cataluña contra España. Eso hay que blindarlo legislativamente. […] Ha llegado la hora de reafirmar, de una vez por todas, que el verdadero feminismo consiste en la estricta igualdad entre hombres y mujeres. Estricta igualdad. No en el conflicto o la venganza entre hombres y mujeres. […] Ha llegado la hora también de decir que la verdadera memoria histórica, para que sea justa, tiene que ser compartida entre todos y no de una mitad contra la otra mitad. [Y además] una inmigración legal y ordenada, tolerancia cero contra la ocupación ilegal, una educación exigente de calidad, lo mismo con la sanidad, impuestos bajos, agua para todos en cualquier lugar de la geografía nacional, energía asequible y suficiente, sin apagones bolivarianos […] Hay que revertir todos, absolutamente todos, los desmanes del sanchismo».

Lo ha oído. Extraordinario, ¿no? Yo lo firmaría, pero no es mío. ¿De quién pensaría usted que es? Y si acertar el nombre propio es pedir demasiado, ¿de qué partido político sería la política o el político que lo ha proclamado? En una cata a ciegas casi seguro que usted pensaría que es de VOX.

Sin embargo, Alejandro Fernández no es de VOX, sino del PP, y líder del PP catalán, nada menos. Y bien que ha dicho todo esto, el 15 de junio, en un acto oficial del PP. Es evidente que muchísimo de lo que dice no es lo que el PP hizo cuando gobernó ni lo que el PP hace donde gobierna ni lo que el PP, según Núñez Feijoo, hará cuando gobierne. Véase el caso de los pinganillos en el Senado, por ejemplo, donde el PP disfruta de una holgada mayoría absoluta, y ahí siguen.

Alguien podría preguntarse también por qué Alejandro Fernández no dijo en ningún momento de su espléndido discurso que VOX defiende esas mismas cosas desde antes sin hesitaciones o, incluso, ya puestos, por qué no se pone a disposición de confluir con Ignacio Garriga. Pero ni aun así dudo de la sinceridad de Alejandro Fernández, excelente persona y político valiente donde los haya. 

Por tanto, si su discurso coadyuva —como coadyuva— a una estrategia del PP europeo, es sin querer. Esa estrategia, ensayada en Austria y practicada por la CDU en Alemania, consiste en arrimarse, antes de las elecciones, al discurso de sus rivales por la derecha, para luego, el día después de las elecciones, girarse hacia la socialdemocracia y seguir con las mismas políticas en lo esencial. No sé si en España les saldrá tan bien, porque aquí, menos sistemáticos que los teutones, quieren sorber y soplar al mismo tiempo. Borja Sémper dice con voz soñadora que «en cuanto se vaya Pedro Sánchez volverá el PSOE» y Núñez Feijoo no deja de hacerle ojitos a Page y a Madina. No sé si con este cortocircuito les va a funcionar la estrategia. 

Con todo, a Fernández se le ve mucho más sincero que a Ayuso o Álvarez de Toledo. La clamorosa autocrítica tácita que hay en sus palabras le honra. Además, su discurso no deja de levantar acta de cuáles son los problemas que preocupan a los españoles y las soluciones que de verdad prefieren sus votantes. El discurso, lo dicho: es magnífico.

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