Por eso me ha extrañado, y mucho, la no asistencia de Aznar y Zapatero al funeral unitario en memoria de las víctimas del 11-M.
Supongamos por un momento que la ausencia de ambos no respondió a un error. Aceptemos, de acuerdo, como probable que la organización de un evento de éstas características excede, con mucho, las capacidades de la Fundación Víctimas del Terrorismo, dicho sea con todos los respetos, pero consideremos que tanto el uno como el otro tienen a su disposición poderosos aparatos de apoyo –que pagamos por cierto todos los españoles, como expresidentes que son- que jamás cometerían tal desliz. Y aunque a estos asistentes se les hubiera escapado la ocasión…¿puede alguien en su sano juicio creer que a los servicios de protocolo de Presidencia del Gobierno les pasó inadvertido el hecho de que ni uno ni otro figuraban en la lista oficial de invitados? ¿Es creíble que FAES, fundación que preside Aznar y a través de la cual canaliza todas aquellas apariciones públicas que tienen que ver con sus anteriores ocupaciones políticas, no se percatara de que su jefe no había sido incluido en la celebración de un funeral en el que iban a estar presentes la Familia Real en pleno así como la totalidad del Gobierno? ¿Convendremos en atribuir a un despiste de Ferraz la inexistencia de un mínimo aviso a Zapatero? ¿Por qué la vicepresidenta del Ejecutivo se apresura a decir que ‘nadie vea intencionalidad’ en todo esto? Cuantos errores a la vez de tantos sitios distintos…
Supongamos que a alguien, especialmente avispado en algún despacho cercano a las más altas instancias del Estado y que cobrará sin duda una magra retribución, precisamente por pensar –y por asesorar-, le dio por imaginar que, habiéndose logrado la cuadratura del círculo de conseguir la unidad de las víctimas en éste Funeral, de ‘fijar’ la imagen de que la sociedad española, al completo, ha pasado página y ha superado la traumática división que suscitó aquella tragedia, la presencia de quién presidía el Consejo de Ministros en aquellos días podría suscitar, tal vez, algún tipo de abucheo, de incidente… por menor que éste fuera. Y si tal hubiera sido el caso – con siete paisanos que hubieran chillado a Aznar ya habrían estropeado la foto y la jornada- probablemente hubieran surgido otros tantos dispuestos a hacer lo propio con Zapatero. El décimo aniversario hubiera quedado arruinado estúpidamente, con lo fácil que era evitar la ocasión, evitando el peligro.
Por supuesto, todo lo anteriormente expuesto forma parte de un ejercicio de política ficción surgido de la mente calenturienta de un humilde periodista, el arriba firmante. Que a nadie le quepa duda que la ausencia de dos expresidentes a la vez, y sólo de ellos, fue un despiste de mucha gente que se despistó desde muchos sitios distintos. O no… que diría Rajoy.