«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.

Ya no tenemos edad de ir de libres y especiales

23 de mayo de 2024

Me doy cuenta de que estoy hecha un vejestorio porque ya soy una madre maniática que pasa el aspirador hasta los sábados y domingos, para gran desesperación de mis hijos, que me piden que lo haga más bajo. También porque desde hace bastante tiempo me molestan muchísimo las personas que tienen que estar siempre pareciendo más libres y más especiales que nadie. Jugando siempre a ser el verso suelto. Él o la más independiente.

Leer a Juan Manuel de Prada me ha gustado muchísimo desde que tengo uso de razón. Me alegro de que sea una especie de institución en ABC, donde tras la marcha de Hughes y Girauta, queda poca cosa potable en la sección de opinión. Y de que, al parecer, a él sí le permitan decir lo que le parece. Recuerdo maravillas escritas por él, como la que le dedicó a las archiveras, por poner sólo un ejemplo. Fui, mucho tiempo, una de esas dos o tres lectoras que, según dice, todavía le soportan. Hasta que entendí que los lectores que todavía le soportan seguramente sean casi todos hombres. Porque reconozcámoslo, textos difíciles como los suyos, los leen sobre todo, ellos. Los regañados esta semana por El País por no apuntarse a clubs de lectura. Yo, además de hacerme vieja, debo estar transicionando, sin darme cuenta, a hombre. Porque no me apuntaría a un club de lectura ni aunque me amenazaran con arrancarme las uñas y clavarme palillos después. ¿Qué me puede importar a mí lo que piense una charo administrativa de un centro de salud público de Cincuenta sombras de Grey o de Orgullo y Prejuicio? ¿Qué le puede importar a ella lo que piense yo? En fin.

Volviendo al tema, De Prada a veces me pone muy histérica. Supongo que de joven me gustaba porque debía sentirme yo también especial y libre, sin ataduras familiares ni condicionantes. Con 36 ya no me va ese rollo. Con 53 me iría menos. El problema no es suyo, claro. Es mío. Cuando lo leo defendiendo la postura de Pedro Sánchez con Israel me llevan los demonios. Perjudicando a los intereses de España para sentirse superior y mejor persona —especial— que los demás. Ya no digo cuando carga contra Milei por afirmar el argentino que la justicia social es aberrante. Tiene Milei más razón que un santo. La justicia social, tal y como la entiende la izquierda, es aberrante. Consiste en que nos roban a los trabajadores, que tenemos que elegir entre llevar a nuestros hijos a fútbol o a inglés, para que una casta política inútil y sus votantes-clientes vivan de maravilla, y se les ofrezca todo gratis a los que no han hecho nada para merecerlo. Nos quitan lo nuestro, de nuestros hijos e incluso nietos, para regalárselo al que en ocasiones ni lo valora. Y esto no tiene nada que ver con que el trabajo dignifique, porque este expolio no me dignifica nada, ni con la Doctrina Social de la Iglesia, se ponga como se ponga el obispo Munilla al que también leo y aprecio. No es incompatible querer dedicar tu esfuerzo a tus hijos antes que a los hijos de un desconocido, con creer que el mercado se regula solo casi siempre. Ni, por supuesto con querer un Estado fuerte y que pueda atender a quien lo necesite, pero que no impida al que trabaja cubrir sus necesidades básicas por el camino. Y en esto es en lo que estamos. Criticar las palabras de Milei en este aspecto, por aborrecer el robo de «los zurdos», que diría él, me parece propio de gente que tiene tan fácil llegar a fin de mes que no se da cuenta de los malabares que otros tenemos que hacer para estirar un sueldo que sería digno sin un latrocinio institucional de este nivel. Como digo, el problema es sólo mío y tan fácil de solucionar como con la anulación de una suscripción a un periódico.

Aunque me reafirmo en mi manía a los que van de únicos siendo ya mayorcitos. Qué decir de los que critican a VOX por ser aliado de Milei, demasiado liberal, o a los que critican a Milei por ser aliado de VOX, no suficientemente liberal. Es pesado ver a gente presuntamente inteligentísima y brillante que finge no saber que un aliado ni es tu gemelo ni te obliga a casarte con él. Un aliado es alguien con quien compartes un interés, un objetivo, y en algunos casos, un enemigo. Que se lo digan a Churchill, a Roosvelt y a Stalin, que no creo que quedaran a hablar de las bondades del libre mercado. Así, los que intentan secuestrar a Milei en un acto liberal-aburridísimo, tuercen la cara cuando llega Abascal y se abrazan. Porque prefieren ser puros en los suyo —especiales— que prácticos. En la izquierda internacional se llevan todos bien porque los une su amor incondicional al asesinato y el robo. Al otro lado no debería ser tan difícil, teniendo un poco de aprecio a la libertad. Pero no. Esta obligación de tejer alianzas por nuestra vida y la de los que vengan detrás, sólo han entendido unos pocos. Abascal, Milei, Orban o Meloni. Que son muy distintos, pero aliados. El PSOE se lleva bien con Hamás, Petro o Maduro. El PP con nadie o con el PSOE, según el día.

Dejemos de ir de libres y especiales, de mantener una equidistancia grosera entre el presidente de Argentina y el español, que según a qué edades queda muy ridículo. Seamos, por fin, inteligentes y prácticos.

.
Fondo newsletter