Tras la castaña gallega, nuestra querida vicepresidenta tenía un reto difícil. Había que moverse, colocar titulares, salir con alguna propuesta que conectara con la audiencia para tapar el fracaso. Yoli lleva unas semanas de mierda. No fue profeta en su tierra y, justo tras la derrota, estalló el escándalo de corrupción de sus socios de gobierno. Ahora debe cerrar el ciclo votando a favor de una amnistía para los ladrones y golpistas indepes.
Lo primero es poner tierra de por medio, tía, se dijo a sí misma. Cruzar el charco es mejor que pisarlo, debió pensar. Y el Falcon está para eso. Puestos a elegir, nada mejor que EEUU. Yoli es comunista pero no gilipollas. Sigue la estela de Irene, Pam y compañía. Donde esté el Capitolio o la Quinta avenida, que se quite Cuba, Gaza o Venezuela. Hace falta una excusa, eso sí. Pero no se calienta demasiado la cabeza. Nunca lo ha hecho. Algoritmos. ¡Toma ya! En la madre del capitalismo, Yoli dio un par de titulares. Los algoritmos no andan solos por la calle, no son libres, soltó. Tras ese esfuerzo intelectual se marcó un vídeo con Ocasio Cortez, la Yoli americana. Más expresiva que nuestra vice y la misma superficialidad. Zipi y Zape. Una morena y una rubia de bote, hijas del pueblo progresista. Todo lugares comunes. Imaginen la charla fuera de foco. ¿Qué tal, tía? ¡Qué te voy a contar, Mari! Todo muy difícil. La lucha, es lo que tiene. ¿Dónde me aconsejas ir de compras? Etc, etc.
Nada más volver, paso firme. Quiero ser muy clara, dirá como siempre. Y uno se acojona como cuando escucha «seré breve». Lo primero que propone Yoli es un organismo para luchar contra la corrupción política. Como si la Justicia, las Fuerzas de seguridad del Estado, la intervención u otros tantos no existieran. Pero lady paro quiere que olvidemos que los chorizos son sus socios. Y que hay una forma más efectiva y rápida de hacer algo: exigir dimisiones o retirar su apoyo. Asumir responsabilidades, vaya, porque lleva años gobernando junto a esos mangantes. Podría incluso poner a su amiga médica y madre a investigar desde el Ministerio de Sanidad. Pero eso haría que peligre su trasero. No quiere cabrear al jefe, a Pedro. Así que se contenta con llamarles golfos en una intervención. Qué dura. La cara de Yoli, digo.
Más tarde rizará el rizo: propone prohibir los indultos a la corrupción y limitar los aforamientos. Lo hace sólo tres días antes de votar a favor de amnistiar a unos corruptos a los que ya indultó. No se le cae la cara de vergüenza. Es una campeona. La tele pública le pregunta. ¿No le parece contradictorio defender medidas contra la corrupción tras los indultos, o antes de amnistiar a condenados por el procés? No, responde. «Hemos dicho alto y claro que no vamos a defender que una persona tenga un privilegio por una causa vinculada a la corrupción». Luego votará a favor de indultar, entre otros, a los Pujol. Sin despeinarse. Lo dicho. Campeona.
Entremedias, asomó su patita totalitaria. Hay que limitar los horarios de la hostelería, dice. Mamá Yolanda te da la paga y te dice hasta qué hora puedes salir. Ella es como una pandemia permanente, pero al modo Francina: sale de los bares o restaurantes a la hora que le sale del moño. El comunismo, para la plebe.
En esta semana tan intensa, Yoli habló hasta de fútbol y aborto para distraernos de su apoyo a los corruptos. Pretende imitar la medida francesa: que el aborto figure en la constitución. Somos uno de los países del mundo en el que menos niños nacen. Sufrimos 90.000 abortos al año. Le deben parecer pocos.
