Los renglones torcidos de Dios deben ser algo parecido a esto. El cantante puertorriqueño Daddy Yankee anunció en un concierto el pasado lunes por la tarde que deja la música y abandona el reguetón parra dedicar su vida a Jesucristo: «A todas las personas que me siguieron, sigan a Jesucristo, que Él es el Camino, la Verdad y la Vida», zanjó al final de su concierto.
La conversión le llegó tras meditar un versículo del Evangelio según San Mateo: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?». Esa pregunta llevaba tiempo resonando en la cabeza del cantante, que ha anunciado su retirada del «mundo» para no perder su alma. Daddy Yankee ha abrazado a Cristo para salvar a Ramón Luis Ayala Rodríguez, su nombre real.
En su declaración pública de fe, Daddy Yankee explica que Cristo ha llenado su vida: «Para todos era alguien, pero yo no era nada sin Él». Así cerró su actuación en el Coliseo de Puerto Rico, en un guiño a sus raíces. No es casualidad que cierre su carrera musical en San Juan, su ciudad natal.
Animado por las miles de personas que coreaban su nombre en el escenario, Daddy Yankee reconoció: «Pude recorrer el mundo durante años, ganar muchos premios, aplausos y elogios, pero me di cuenta de algo que dice la Biblia: ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde el alma?». A lo que el puertorriqueño añadió: «Esta noche, reconozco y no me avergüenzo de decirle al mundo entero que Jesús vive en mí y que yo viviré para Él».
Las palabras de Daddy Yankee han sido recibidas con mucha alegría por los miles de seguidores del cantante, que celebran su conversión a la fe. Uno de ellos ha sido el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella. El cardenal ha escrito en sus redes sociales que «sus palabras son un bello anuncio de cómo Cristo puede transformar nuestras vidas si le dejamos entrar». A lo que ha añadido: «Oremos intensamente por este joven cantante para que con la protección de Dios pueda ser un fiel misionero de Jesucristo al servicio del Evangelio».
