Quien ha atacado a nuestros trasportistas, abierta y públicamente, así como a nuestro sector agroalimentario, ha sido el gobierno de Macron. No ha sido Le Pen ni Orban ni ha sido Meloni. De hecho, también han atacado a los productores italianos.
El ataque es del Gobierno de Macron, que es socio de Sánchez, con el que firmó el año pasado un Tratado de Amistad y Cooperación para reforzar el vínculo entre España y Francia, y que ha acusado a nuestros agricultores, y a los agricultores italianos, de competencia desleal en boca del primer ministro Gabriel Attal y también del ministro de Agricultura Marc Fesneau, echando más leña al fuego a los ataques a nuestros trasportistas.
Es intolerable la actitud del gobierno francés, un gobierno políticamente aliado del PSOE, presidido por un Macron que no es más que un peón de las elites, arrodillado ante esas agendas globales que aplastan a los europeos, al igual que hace Pedro Sánchez.
El Gobierno de Macron es también elogiado por Feijoo por su reforma de las pensiones, y lo pone como ejemplo de gobierno moderado. Feijoo, que eludió felicitar a Milei felicitando solo al pueblo argentino, decía lo siguiente ante la victoria de Macron: «Francia ha decido seguir por el camino de la estabilidad, la centralidad y la moderación. En un momento tan transcendental, el pueblo francés nos envía un mensaje muy importante: ha elegido seguir construyendo una Europa más fuerte y unida. Enhorabuena, Emmanuel Macron».
Macron es el representante más plausible del consenso global progre y de la Agenda 2030. Decía en la Cumbre del clima de 2022 que «Francia quiere seguir respetando sus planes climáticos y reducir sus emisiones al 50% de aquí a 2025», decía que «la batalla contra el cambio climático está asociada a la batalla contra la crisis de biodiversidad». Dos años antes decía junto a Merkel que el Pacto Verde Europeo es la «nueva estrategia de crecimiento de la UE, que a su vez debía elevar sus objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030».
En la actualidad dice lo contrario, como todo político profesional que ve como se tambalea su sillón, ahora se retracta de toda la porquería ideológica climática que impuso gente como el y la popular Von der Leyen que pedía un pacto verde mundial, y que ha hecho levantarse a los agricultores ante la falta de rentabilidad, y puede hacer caer su gobierno.
Los problemas de los agricultores franceses son los mismos que los de los españoles, en VOX lo decimos desde que entramos en el Congreso, a pesar de los insultos de todo el arco parlamentario, los recortes de la PAC y su transición verde, la Agenda 2030, las concesiones globalistas a la entrada de productos de países extracomunitarios, la subida de costes de producción, la burocracia y las exigencias hacia una demagógica transición ecológica por parte de Bruselas que ponen cada vez más difícil la supervivencia de las explotaciones agrarias por la falta de rentabilidad y agravan la despoblación de nuestro mundo rural. VOX fue el único partido del Congreso que voto «no» a la ley de cambio climático y transición energética
Los pirómanos empiezan a cambiar su discurso, ya no hablan de la agenda 2030, ya no nos llaman autárquicos a los de VOX por defender la preferencia comunitaria, ya no nos califican tan abiertamente de negacionistas, ya van viendo que el pueblo y el sentido común se empieza a levantar en toda Europa, están aterrorizados ante esa masa en tractores que con sus banderas nacionales exigen dignidad para aquellos que nos dan de comer y que quieren sobrevivir ante una agenda global que pretende eliminarlos del mapa.
La revuelta ha estallado y ya no puede parar, la realidad se impondrá al relato progre, ya queda menos.
Ricardo Chamorro es diputado nacional