Mientras el común de los mortales tacha todas las acciones del presidente de los Estados Unidos como de errantes, pasando por los intelectualoides que las han concluido erróneas (fruto quizá de la distorsión, tergiversación y poca lucidez de los telediarios del establishment), los que dedicamos —al menos— un minuto al día a pensar en el porqué de las cosas hemos podido ver la luz de hacia dónde se dirige Trump con su política arancelaria y geoestratégica a nivel mundial.
Y la respuesta es muy sencilla: Trump está jugando una partida de ajedrez en 4-D, la mayor de los últimos tiempos —el Make America Great Again—, mientras el mundo solo ve el tablero en 1-D. Vayamos por partes.
Primera dimensión: aranceles
Trump amenaza con imponer aranceles a todas las importaciones en EEUU, desatando respuestas globales. Algunos países buscan golpearlo donde más le duela —recordemos que la UE planteó incluso gravar productos manufacturados en estados republicanos para hacer daño al electorado conservador—, mientras otros optan por negociar desde el inicio.
Segunda dimensión: recuperar el Made in USA
Trump presiona a empresas estadounidenses para que repatríen su producción, recuperando ya 3 trillones de dólares para la economía del país. A la vez, pacta con potencias extranjeras inversiones a cambio de rebajas arancelarias. Destaca el compromiso de Arabia Saudí de invertir 600 mil millones en EEUU durante los cuatro años de su administración.
Tercera dimensión: enjaular a China
Trump cumple su amenaza e impone «aranceles recíprocos» según el trato que cada país da a los productos estadounidenses. China, única rival real, responde con aranceles aún más altos, a lo que Trump contraataca con tasas de hasta el 145%. Mientras la guerra comercial escala, 75 países —incluida una UE errática y desnortada— piden negociar, incapaces de enfrentarse solos a EEUU. Resultado: Trump doblega a las principales economías y aísla a China, atrapándola en la ‘Trampa de Tucídides’ y convirtiéndola en el paria del comercio global.
—Jaque.
Cuarta dimensión: la economía mundial bajo el dólar estadounidense
Con China y los BRICS aislados del intercambio mundial, Trump asegura la tan amenazada primacía del dólar como moneda de reserva internacional. En este nuevo marco, impulsa una alianza comercial global basada en tres pilares: (i) la vinculación de monedas extranjeras al dólar mediante tipos de cambio fijos o controlados, promoviendo estabilidad y fluidez comercial; (ii) la transferencia parcial del coste de la seguridad global a sus aliados, incentivando el gasto en defensa mediante adquisiciones de material estadounidense; y (iii) una devaluación controlada del dólar, lo que favorece las exportaciones de EEUU, alivia a economías dolarizadas y facilita el pago de deudas en moneda local.
Así, la estrategia global de Trump busca asegurar a Estados Unidos como la potencia central del nuevo orden internacional que viene a través de tres grandes objetivos.
Primero, reindustrializar el país elevando el peso del sector manufacturero al 15% del PIB en 2030. Esto implica no solo repatriar producción, sino reforzar sectores estratégicos como energía, defensa y tecnología avanzada, reduciendo la dependencia externa.
Segundo, estabilizar la posición del dólar como moneda de reserva internacional, manteniéndolo por encima del 60% de las reservas globales —una posición que ha ido perdiendo desde el 70% que tenía en 1999. Una mayor demanda de dólares permite a EEUU. financiarse en mejores condiciones y ejercer influencia económica global, limitando el ascenso financiero de competidores como China.
Tercero, reconstruir un bloque económico aliado que represente al menos el 40% del PIB mundial, contrarrestando la creciente influencia de los BRICS. Esta reconfiguración busca reposicionar a EEUU. como el eje del comercio internacional, frenando procesos de desdolarización y fragmentación monetaria.
Si a todo lo anterior sumamos el respaldo de la administración Trump a las criptomonedas privadas estadounidenses frente a las monedas digitales estatales (CBDC) —como el Euro Digital—, en una clara apuesta por dominar también la arquitectura del nuevo sistema financiero digital que se avecina, la victoria de EEUU. será completa.
¿Y dónde queda España en este nuevo tablero? Sencillo: Si Pedro Sánchez, el nuevo y autoproclamado líder de la internacional antitrumpista, prefiere acercar a España a la dictadura comunista china en vez de recuperar los lazos comerciales con nuestro aliado natural y referente del mundo libre, nuestro país también quedará condenado al aislacionismo comercial y será visto por los Estados Unidos como un enemigo —uno más— a batir. Así, cada día el precio que los españoles pagamos por su colchón en la Moncloa se pone más caro. Y más peligroso. Sólo VOX, el único partido español con altura de miras y planes a largo plazo, valiéndose de su cercanía personal e ideológica con Trump, podrá poner a España de nuevo en el mapa del mundo que se nos viene.
Porque tenga por seguro, apreciado lector, que con o sin España, cuando Donald J. Trump haya ejecutado su partida de ajedrez de manera magistral, con la «melena» rubia algo alborotada y descansando en la sombra del Hoyo 9 del campo de golf de su mansión caribeña de Mar-A-Lago, con una diet coke entre sus manos, sentenciará:
—Jaque Mate.