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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ateísmo y psicoanálisis

En muchos casos el psicoanálisis se ha convertido en una actividad lucrativa que nos hace dudar acerca de su moral.

Argentina es el país con mayor cantidad de psicoanalistas en toda Iberoamérica. Hay más de 150 profesionales por cada 100.000 habitantes. Es decir, uno por cada 650. Aproximadamente el triple que en EE.UU. y otros países desarrollados. Están concentrados en Buenos Aires donde esa relación supera los 800 por cada cien mil (uno por cada 120 hab.).

Algunos intelectuales del país gustan decir que Argentina es la capital del psicoanálisis. Se lisonjean cuando alguien dice que “Francia es, con Argentina, el país más freudiano del mundo”. Pero ir al terapeuta sigue siendo un lujo en el Río de la Plata.

Las sesiones en consultorio privado tienen un costo equivalente que oscila entre  25 y 100 dólares estadounidenses. Un terapeuta con experiencia profesional cobra entre US$ 50 y US$ 70, por cada sesión semanal de 50 minutos. Hay pacientes que concurren dos veces por semana. Muchos de ellos no terminan los tratamientos por que suelen ser muy largos. Acceder a la terapia en hospitales públicos o mediante obras sociales (prepagas) para gente de menores recursos, es más difícil. Las listas de espera son larguísimas.

En muchos casos los pacientes no están realmente enfermos. Sino más bien afligidos que encuentran alivio al poder contar sus penas bajo secreto profesional. Hay pacientes cautivos y dependientes de su terapeuta. Se acostumbran a contarlo todo en las sesiones, buscando la aprobación tácita del psicoanalista para dar cualquier paso en la vida. Así han aparecido los esquilmadores que desmerecen la actividad psicoanalítica aprovechándose del sufrimiento de los más sensibles.

Algunos profesionales intentan extender el concepto de que la persona que no hace terapia, no goza de plena salud mental. Otros aseguran que la psicoterapia es una herramienta no solo para curar enfermedades emocionales y psicológicas, sino también para desarrollarse como persona con una mejor calidad de vida. En muchos casos el psicoanálisis se ha convertido en una actividad lucrativa que nos hace dudar acerca de su moral.

El profesor Mario Bunge, físico y filósofo argentino de renombre internacional, Premio Príncipe de Asturias 1982, considera que el saber freudiano es una pseudociencia y afirma que: “Por el ansia de hacer dinero de la psicología mercantil, que promueve entenderlo todo con cuatro fórmulas fáciles: las psicoanalíticas. El psicoanálisis ha destruido la poca psicología que había en la Argentina” (Diario Perfil, 4/2008). La disciplina freudiana asegura su mercado con instituciones bien organizadas y una batería de conceptos que muchos no terminan de aceptar.

Para quien conozca el ambiente freudiano, habrá notado que hay gran cantidad de psicoanalistas ateos. Mucho más que en otras especialidades médicas. Por supuesto que hay excepciones, pero sobresale una nueva generación de psicoanalistas que menosprecian la cultura religiosa. Miran la vida desde su sillón decidiendo quien está bien o está mal. Descalifican todo lo que no pueden entender utilizando el bagaje intelectual de una disciplina que apenas tiene cien años.

La figura del psicólogo español Bernabé Tierno Jiménez aparece como un referente ibérico que dignifica la psicología. Muy conocido en España pero no tanto en el resto del mundo hispanohablante. Veámoslo en una entrevista realizada por Periodista Digital, donde presenta su libro Nº 51, que lleva el título Espiritualmente (Temas de Hoy, 2011).

 

Bernabé Tierno es un gran humanista de nuestro tiempo. Nos presenta un camino mucho más interesante y efectivo: cultivar la dimensión espiritual. Tener la esperanza que hay algo más allá de nosotros, fuera del espacio-tiempo. El español propone cultivar esa dimensión desde la moral y la ética, valiéndose del principio de «hacer el bien». Es decir, darle al otro lo mejor de uno mismo. Asegura que la persona que tiene esa esperanza es más saludable o está mejor psicológicamente en todos los aspectos.

Indudablemente la dimensión espiritual que cultiva Bernabé Tierno,  y a la que aspira trascender, queda lejos del infierno o del caos. No podemos demostrar científicamente la existencia de esa dimensión. Solamente podemos sentir en la perfección de nuestro cuerpo su influencia benéfica. No importa que no podamos entender racionalmente como trabaja la terapia de un ser superior o como se producen esos alivios desde la dimensión espiritual. Como dice Bernabé Tierno, hay que tener “la humildad de saber que somos demasiado limitados” (6/2011).

Religión y espiritualidad, dignifican el psicoanálisis. Lo elevan, lo potencian. Dios no reclama los éxitos de la terapia. Todo el mérito visible queda para el psicoanalista más humilde.

 

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El libro negro del psicoanálisis (539 pags. Descarga PDF).
Vivir, pensar y sentirse mejor sin Freud.

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