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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La identidad argentina

En 1602 el arcediano Martín del Barco Centenera publicó el poema que da origen a nuestra nacionalidad.

La historia escrita de nuestro país comienza con dos libros: “Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acaecimientos de los Reynos del Peru, Tucuman, y estado del Brasil, Por el Arcediano don Martín del Barco Centenera” (Lisboa, 1602), y La Argentina (1612), historia del descubrimiento, población y conquista de las provincias del Río de la Plata escrita por Ruy Díaz de Guzmán. 

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El topónimo Argentina hacía referencia a extensos territorios del Cono Sur regados por el Río de la Plata y sus afluentes, incluyendo gran parte del territorio nacional, Paraguay, Uruguay, sur de Brasil y Bolivia. 

En esa época el centro administrativo colonial más importante de la región estaba ubicado en la ciudad de La Plata fundada en 1539, cerca de las minas de Porco y Potosí. Famosas por esa producción metalífera y motor de la actividad económica regional. 

La Plata también conocida como la ciudad de los cuatro nombres: La Plata, Charcas, Chuquisaca y Sucre. La Plata es el nombre con el que fue bautizada la villa. El topónimo Chuquisaca difundióse con la Universidad San Francisco Xavier y actualmente designa al Departamento. Charcas es genérico de un pueblo indígena y señaló jurisdicciones de Audiencia y Arzobispado y también fue agregado al de su Universidad. El primitivo nombre fue sustituido por el de Sucre en homenaje al gran mariscal por ley del 12/7/1839 (*).

El autor del poema que da origen a nuestra nacionalidad fue el sacerdote español Martín del Barco Centenera (Logrosán, Cáceres, Esp. 1535 – ¿1605?), licenciado en teología de la Universidad de Salamanca. Llegó en la expedición del Adelantado Juan Ortiz de Zárate en 1573. Nombrado Arcediano de la Catedral de Asunción del Paraguay. El extremeño se desempeñó como Capellán de la Real Audiencia de Charcas y vicario de la zona de Potosí, con residencia en Porco. En los últimos años de su vida viajó a Portugal estableciéndose en Lisboa donde publicó el poema en 1602.

La denominación Argentina fue utilizada durante la época colonial. En el Congreso General Constituyente de 1826 se adopta oficialmente la denominación «Provincias de la República Argentina» y «Provincias Argentinas» (24/12/1826). 

El gobernador Juan Manuel de Rosas (Bs. Aires, 1793 – Southampton, 1877) la utilizó durante el periodo federal. Su famoso discurso del 25/5/1836 comienza así: «¡Qué grande, señores, y qué plausible debe ser para todo argentino este día consagrado por la Nación para festejar el primer acto de soberanía popular, que ejerció este gran pueblo en mayo del célebre año mil ochocientos diez!

El vocablo utilizado por Martín del Barco Centenera evoca la milenaria tradición platera española que se remonta al Reino de Tarsis o Tartessos (ver video), famoso en la antigüedad por la producción de ese metal. 

El antiguo rey tartesio Argantonio popularmente conocido en España como el rey de la plata, es recordado en crónicas griegas por su generosidad. Colmó las naves jonias de plata, necesitadas de ayuda para su defensa contra los persas. Reinó desde 630 a 550 antes de J. C. en la actual Andalucía. Su nombre es anterior al uso del vocablo latino argentum que deriva de una lengua más antigua. 

La motivación más importante de la invasión romana de la Península Ibérica ocurrida en 218 a. C. fue poseer los yacimientos mineros de Ispnya o ‘tierra donde se forjan metales’, famosos desde tiempos inmemoriales.

El religioso Martín del Barco Centenera conocía la historia más antigua de los españoles. En el poema Argentina dice: “Tubal nació valiente y esforzado”  (Canto Primero, 60) y en una nota menciona el diluvio y aclara:  “Tubal, hijo de Japhet y nieto de Noé, pobló primero la España, de donde los portugueses derivan Setúbal”.

Tubal representa una generación posterior a la catástrofe diluviana (Gen. 10:2).  En el Génesis 4:22 antes del diluvio también se menciona a Tubal-Caín. A los dos se los asocia con la forja de metales y orfebrería (Gen. 4:22 y Ez. 27:13). La relación del segundo con la Península Ibérica se funda en escritos del historiador judío Yosef ben Matityahu (Flavio Josefo, Jerusalén, 37 d. C. – Roma, 100), San Jerónimo y San Isidoro. 

Antiguas nociones que nos ayudan a comprender migraciones ocurridas durante el periodo eneolítico. Por ejemplo, las que habrían dado origen a las culturas metalíferas de Los Millares (3200-2200 a. C.) y El Argar (1800-1300 a. C.). En Los Millares (Almería) se encuentran los primeros talleres metalúrgicos españoles de planta rectangular.

El pueblo de Tarsis también está mencionado varias veces en el Antiguo Testamento como una generación posterior a Tubal. Se lo asocia generalmente al comercio de metales con la ciudad fenicia de Tiro.

El jesuita andaluz Juan de Pineda (Sevilla, 1558 – íd., 1637), fue el primero en dejar asentado que la Tarsis bíblica es Tartessos, denominación utilizada por los historiadores griegos para referirse al mismo lugar. El religioso andaluz comenzó a integrar esa parte de nuestro pasado, durante el reinado de Felipe III. 

La tradición platera española tiene su continuidad en la famosa platería criolla argentina desarrollada inicialmente en el país debido a la abundancia del metal procedente de Potosí. Característica fundamental de nuestra identidad cultural que nos distingue del resto de Hispanoamérica. 

Ilustración. 

1. Portada del poema Argentina publicado en Lisboa en 1602. 2. Botella de plata española del Tesoro de Villena (1.000 antes de J. C.). 

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Taller Escuela Hispanoamericana de Orfebres. Alberto Calatrava.

Tradiciones criollas en San Antonio de Areco

(*) Chuquisaca. Museo Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires, 1944.

 

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