«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Casi lleno para una pésima miurada que arruinó el festejo

Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Domingo 20 de abril de 2014. Primera corrida del abono. Tarde nublada y amenazante con claros tras mañana muy lluviosa más de tres cuartos de entrada.

Seis toros de Miura, bien presentados en el tipo de la divisa. Dieron juego desigual. Áspero aunque manejable por el lado derecho el primero. De mayor a menor manejabilidad el segundo. De medio posible con el capote a pésimo en la muleta el tercero pese a su inicial bravura. El cuarto desarrolló peligro. E igualmente o peor el quinto y el sexto.

Manuel Escribano (blanco y oro): Estocada corta tendida trasera y cuatro descabellos por ponerse el toro imposible, aviso y saludos. Pinchazo, otro hondo que escupe y corta tendida, silencio. Gran estocada, ovación y saludos.

Daniel Luque (marino y oro): Estocada hasta las cintas, silencio. Buena estocada de rápidos efectos, silencio. Estocada trasera, palmas.

De Sevilla no se puede huir así como así. Muchísimos no lo haríamos por nada del mundo. Lo que aquí se vive – más bien decir se goza – durante los días que abarcan la Semana Santa y la Feria, aúna tal cantidad de emociones religiosas, artísticas y sentimentales que no hay palabras apropiadas ni suficientes para relatar con absoluta fidelidad lo que suponen ambos acontecimientos.  Quienes no hayan podido sentir lo que sucede en los desfiles procesionales – muy especialmente los de la llamada madrugá – y en las corridas de toros que se celebran en el escenario más antiguo y más bello del mundo, para nada pueden explicarse lo que representan.  De ahí lo absolutamente incomprensible que ha supuesto el voluntario aunque en principio fuera turbiamente interesado exilio ferial de cinco de las actuales figuras del toreo. Sobre todo el de los dos toreros más incondicionalmente amados por la afición bética que estos días también será universal. Morante de la Puebla y José María Manzanares quien, hasta haber cometido tamaña torpeza e incomprensible desprecio, había sido del torero foráneo más singularmente adorado de cuantos han pisado el dorado albero de La Maestranza. Nunca Sevilla había adoptado en tan alto grado como propio a un torero no nacido en esta tierra. Pues allá ellos y que Dios les perdone porque la mayoría de los aficionados sevillanos y muchísimos de afuera nunca les perdonaremos. Quizá en otras plazas sí. Pero en la de Sevilla, reconquistar lo perdido les costarán lagrimas, sudores y Dios quiera que no la sangre.

Por eso, al daño tan torpemente cometido, hemos acudido muchos y más singularmente  algunas estacadas personalidades de distintos ámbitos que han aceptado  grabar mensajes de apoyo a la Fiesta de los Toros en Sevilla que se vienen emitiendo estos días en las emisoras de radio más importantes de la ciudad.

Iniciativa que cuenta con la participación del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, los matadores de toros Paco Ojeda y Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’, el gran periodista Carlos Herrera y el humorista César Cadaval. Todos ellos probados amantes del toreo y, más particularmente, del que aquí tuvo y tendrá lugar sin lugar a ninguna duda.

Forzada, la empresa taurina de La Maestranza reemplazó a tres de los cinco desertores con otro cartel de toros y de toreros, trasladando a esta fecha tan señalada del Domingo de Resurrección la habitual que desde hace mucho tiempo se reservó para cerrar la feria con una corrida de Miura. Y a los huidos, con un mano a mano entre dos jóvenes promesas, ambos nacidos en el sevillano pueblo de Gerena: Manuel Escribano y Daniel Luque. Escribano, tras su gran triunfo del año pasado en otra corrida de Miura y ya superada la gravísima cogida que interrumpió una temporada que iba siendo magnífica. Aunque tardíamente, Escribano fue la gran revelación de la pasada campaña. Y Luque, hasta ahora al borde del gran triunfo en Sevilla en pos de lograrlo de una vez.

Antecediendo a estas corridas del abono que comenzaron ayer, el mencionado grupo de notables accedieron a grabar palabras de ánimo y de apoyo a la Fiesta Brava y más concretamente a los festejos de este año, destacando el pr Esta acción demuestra como importantes personajes de la sociedad están dispuestos a apoyar públicamente una parte importante de nuestra cultura y de nuestras señas de identidad. No como los desertores de Sevilla que han tirado por la borda las piedras que no querían soportar y han terminado por recibirlas en sus caras y de plano. Al fin y al cabo pobres gentes por su incultura y falta de educación. Con sus panes se lo coman.

Ayer amaneció nublado y lloviendo tras una semana de esplendidos soles. Pero no importó porque mientras se asomaba tibiamente el sol, el paseíllo se hizo con los tendidos casi llenos. Primera bofetada a dos de los amotinados que, ya se vio, no hicieron falta para nada. Morante y El Juli, huyeron para torear en Málaga frente a seis toritos de distintas ganaderías escogidos por su propia voluntad y gusto para ser lidiados sin sorteo. Vamos, que se los llevaron bajo el brazo y con eso está dicho todo. Todo les salió mal. Ganado impresentable y nada de nada artísticamente hablando. A qué viene jugar a ser Joselito y Belmonte redivivos y esas campañas de presentación de lo que dijeron iban a ser históricos acontecimientos. El ridículo ha sido total. Pera vayamos al tajo que nos incumbe.

A Escribano y a Luque el público les obligó a saludar antes de que se diera suelta al primer Miura. Escribano se fue a recibirlo a porta gayola de rodillas casi en los medios. Con un par, sí señor. El toro salió distraído y tardó en acudir al arriesgado lance que tomó echando la cara arriba, como también en los lances que siguieron. No fue lidiado con la sobria mesura debida. Se dolió mucho en varas. Tras la primera, Escribano quitó por muy firmes chicuelinas. Y tras el segundo, muy bien ejecutado, Luque lo hizo por delantales y media. El animal siguió echando la cara arriba en los embroques. En banderillas, Escribano pareó con valor, clavando el primero pese a frenársele el toro repentinamente. El segundo, de dentro afuera, fue el mejor porque en el tercero también se le frenó el animal. Escribano brindó la faena al público. En un espeluznante cambio por detrás con la derecha, fue desarmado. Pero por redondos, Escribano mandó mucho y bien en la embestida relativamente francota del burel. Firmeza y temple. Armas infalibles en dos tandas antes de jugársela al natural porque por el lado izquierdo resultó muy peligroso torear. De nuevo con la mano diestra, la faena tomó vuelo de nuevo. Expuso mucho otra vez con la izquierda y en un par de manoletinas. Muy por encima del toro anduvo el de Gerena y el público se lo agradeció con una gran ovación. Mató de estocada corta tendida y trasera que necesitó del descabello, recetado en exceso por no humillar nunca el animal.

Al segundo, de pelo sardo, Daniel Luque le pudo con el capote. No fue de lucimiento salvo en media de remate. Pero el toro humilló en la brega y dejó que le pegaran en el caballo aunque con ruido de estribos. Luque quitó muy bien a la verónica. Tras ir de largo al segundo puyazo, Escribano intervino por crinolinas replicadas por Luque con más verónicas excelentes. Muy bien cubierto el tercio de banderillas por Antonio Punta, Luque brindó al respetable. Pero el toro no fue tan propicio en la muleta como pareció antes con el capote. Progresivamente tardo, no humilló por ningún lado, fue quedándose corto y se rajó. Luque apenas logró hacer lo que quiso con la franela pero sí con la espada que manejó con pronta eficacia.

Y otra vez a porta gayola Escribano para recibir al cárdeno tercero que hizo las mismas cosas feas que el primero. Escribano se libró con gran habilidad de una cogida tras medio consumar el trance y, sin mirarse, prosiguió lanceado con entereza, firmeza y emoción. Repitió grato el animal en el galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo e hizo alegre pelea de bravo. En quites solo intervino Luque por chicuelinas bajas con el animal muy mermado de fuerza. No debió hacerlo así. El toro se dolió y berreó tras clavar Escribano sus tres pares. Dos normales y un tercero quebrando al violín junto a las tablas muy aplaudido. Un atrevido espontáneo fue retenido enseguida por el peonaje antes de que Escribano brindara a Juan José Padilla que estaba en un burladero del callejón. Blando, berreón, corto de viajes, cabeceante  y colándose por ambos pitones, no dio la menor opción de triunfo.

El cuarto se lidió en medio de un repentino diluvio y los tendidos tapizados de paraguas multicolores. Se derrumbó tras unos lances sin interés de Luque. Pero se dejó pegar en varas. Vana ilusión. Apenas se dejó con el capote en una media recortada de Luque, relativamente fácil en banderillas, esto sí sobre todo en dos pares de Isaac Mesa, y aun menos con la muleta por desarrollar peligro. Luque se esforzó en balde. Una fulminante estocada arregló el fiasco.

Tercera porta gayola de Escribano. ¿Será verdad que el que sigue la consigue? Inasequible al desaliento, el matador también se libró de milagro porque el toro salió veloz y le sobrevoló al dar el lance limpiamente. Cárdeno claro de pelo este quinto, salvó en varas el honor de la legendaria divisa. Pero blandeó al intentar quitar Escribano que, a la postre, resulto desarmado. Otra perdida de manos del burel empezó a cansar al respetable. Se oyeron los primeros pitos apenas compensados con breves lances de Luque en su quite y los pares de banderillas que siguieron a cargo del matador, perseguido tras clavar el primero, arriesgado el segundo y arrancando desde el estribo el tercero que clavó en asustante tesitura prácticamente sin hueco para escapar pegado a las tablas. Riesgos que continuó soportando estoicamente en la faena de muleta frente a las sorpresivas malas intenciones del morlaco, tan pronto peligroso como de seguido medio potable. La meritísima porfía de Escribano resultó inútil y hasta cansina. A toros como estos, las figuras de antes los mataban sin intentar dar un solo pase. Menos mal que, esta vez, Escribano pegó la estocada de la tarde.

El sexto y último, otro cárdeno, salió enterándose y echando las manos por delante en los capotazos de Luque. Picado de efectivo trámite y muy bien banderilleado por Curro Robles que escuchó la única gran ovación de la tarde, tampoco Luque logró nada que mereciera verdaderamente la pena en su postrera faena. Algunos medios pases con la derecha aguantando derrotes y cabezazos, y otro tanto al natural. Otro esfuerzo sin resultados.  La faena terminó en pura y dura pelea entre los contendientes hasta que, aburridos, Luque decidió matar. Lo hizo de una buena estocada.

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