Por primera vez fue exhibida en Argentina una tabla de arcilla con fragmentos de la vida de Gilgamesh, quinto rey de la ciudad de Uruk (2.650 a. C.)
La Universidad Católica Argentina (UCA) en su Pabellón de las Artes exhibió 48 piezas de la Green Collection desde el 16/7/2015 hasta el 1/8/2015. Las mismas formarán parte en 2017 del Museo de la Biblia en Washington DC.
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La familia Green de Oklahoma compró la pieza de arcilla de 17 cm. x 12 cm. hace dos años en una subasta de arte en los Estados Unidos. La tablilla procede del sur de Irak.
Poema, epopeya o pasajes de la vida de un rey sumerio. Un hombre muy fuerte, autoritario, apasionado por las mujeres, fiel con sus amigos.
Los sucesos narrados en un principio circularon por vía oral. Fueron escritos varios siglos después. El sacerdote Sin-Leqi-Unninni los compiló dando forma al Poema. Su versión más completa está formada por doce tablillas y data del reinado de Assurbanipal (668 – 627 a. C.). Fue hallada entre los restos de su famosa Biblioteca en el Palacio Real de la ciudad asiria de Nínive.
La vida de Gilgamesh es contemporánea con la de los faraones egipcios de la tercera dinastía del Imperio Antiguo que reinaban en Menfis y comenzaron a construir pirámides con piedra cortada. La época del sabio Imhotep (aprox. 2.690 – 2.610 a. C.), primer arquitecto egipcio.
También la época de la cultura ibérica de Los Millares (3.200 – 2.200 antes de J. C.) que se desarrollaba al mismo tiempo en el Occidente extremo. Según los expertos, los antiguos españoles (i-spn-ya , es decir «tierra donde se forjan metales») (*), abandonaron sus fortines aprox. en el 2.200 a. C. (ver video)
La noción del diluvio universal que nos llega a través del Antiguo Testamento (Génesis 6-8) fue tomada originalmente de la épica mesopotámica. Una catástrofe que sirvió de referente temporal para los sumerios.
Algunos expertos coinciden que pudo tratarse de una gran inundación causada por el desbordamiento del mar Mediterráneo, afectando la zona del Mar Muerto, Oriente Próximo, norte de Africa y sur de Europa continental hasta la Península Ibérica. Otros sostienen que se trató de un desastre natural de origen sísmico. También hay quienes lo asocian al fin de la era glacial y el aumento del nivel de agua de los mares.
Para la comprensión del escrito se tropieza con el mismo problema que las profecías bíblicas y la épica griega. Establecer un límite entre las vivencias que ocurren en el plano espiritual y el terrenal. Es decir, distinguir o separar experiencias místicas y hechos de la vida real del héroe, profeta o rey. Así como también considerar alguna parte de fantasía o error de interpretación del autor y demás trasmisores de la historia.
El Poema expresa con claridad la importancia de los sueños para el hombre antiguo. Ensoñaciones que a veces se tornan en visiones fabulosas. En la vida de Gilgamesh los sueños determinaron su conducta. Comentamos sólo algunos pasajes a modo de ejemplo.
Su amistad con el salvaje Enkidú (ver imagen), un hombre que estaba destinado a ser su enemigo, se debió a la interpretación correcta de un sueño con la asistencia de Rimat-Belit, madre de Gilgamesh. También se recuerda el sueño funesto que tuvo Enkidú en el cual un ser extraño de faz sombría y garras de águila lo llevó a través del aire a una casa en las tinieblas, supuesta morada de Nergal. A la mañana siguiente Enkidú le relata el sueño a Gilgamesh, y éste decide hacerle unas ofrendas al dios Shamash. Como respuesta, la divinidad sumeria le sugirió la idea de que fuera a combatir a ‘Khumbaba el Fuerte’, rey de la montaña de los cedros. Tras una larguísima caminata los dos amigos llegaron al lugar. Entonces Gilgamesh invocó a todos sus dioses y estos desencadenaron los elementos contra el gigante. El rey se lanzó al combate resultando vencedor.
Después se desnudó para cambiarse la ropa. La diosa Inanna contempló su hermosura y le propuso ser su amante, pero Gilgamesh la rechazó tratándola de prostituida. Llena de cólera acudió a su padre el dios Anú, quien le envió como castigo un toro celestial a Gilgamesh. Pero el fuerte Enkidú lo hizo pedazos y luego se burló de Inanna.
Vale decir, tuvieron la osadía de ofender a una divinidad y como pena los dioses mataron a Enkidú con una enfermedad en doce días. Es a partir de ese momento que Gilgamesh comienza a temerle a la muerte. Finalmente decide consultar al sabio Utanapishtím, un hombre inmortal sobreviviente del diluvio.
El erudito español Federico Lara Peinado en su escrito “Poema de Gilgamesh: un viaje fallido a la inmortalidad” (Madrid, 2008) cree que el rey de Uruk fracasó en su intento.
Lara Peinado sostiene que “Hablando desde planteamientos mesopotámicos, el hombre no podía alcanzar la inmortalidad, pero sí podía alcanzar la gloria” (…) “La buena fama del nombre era la única inmortalidad, el único resquicio de pervivencia reservado a los hombres. Y ese fue, creemos, el mensaje último del Poema de Gilgamesh.” (F. Lara Peinado. Madrid, 2008) (ver video – Entrevista al Prof. F. Lara Peinado – UNED)
Al hombre como persona o ser individual no le sirve de mucho la fama o el buen nombre que deja después de su muerte. Los hombres como Gilgamesh sabían que la inmortalidad a la que podían aspirar los seres humanos no era física. Según leemos, tenían la capacidad de actuar en ambos planos de existencia, el terrenal y el espiritual. A través de los sueños e invocaciones se relacionaban con sus dioses. Se dejaban guiar por ellos que les encomendaban tareas, a veces heroicas. Luchaban contra oponentes y demonios, también en ambos planos.
Desde nuestro punto de vista, es ingenuo creer que Gilgamesh muere en un intento fallido, cuando él mismo mediaba con dioses o entidades espirituales que representaban el futuro ideal e intangible al que ascendería. Además, al final del Poema, Gilgamesh invocó la sombra de su amigo muerto Enkidú, quien le describió la triste condición de los encerrados en el reino de Nergal. Con esa visión abrumadora termina el Poema. Es decir, que el Rey comprobó personalmente la trascendencia espiritual del hombre.
Gilgamesh fue en busca de un consejo a la morada de Utanapishtím (ver imagen). En la entrevista le manifestó su temor a la muerte y el sabio le aconsejó que huyese del sueño, manteniéndose despierto. También le hizo saber que el había conseguido la inmortalidad gracias a la benevolencia de los dioses. Es decir que no existía un secreto para lograrla.
La existencia de una planta rejuvenecedora que le revela Utanapishtím se interpreta como una alternativa para paliar su desesperanza. Aunque no se exprese directamente en el Poema, la entrevista con el antediluviano es posible que formara parte de la ensoñación, según la lógica del pensamiento místico antiguo. Por más longevo que fuera Utanapishtím, ninguna generación sobreviviente al diluvio pudo haber permanecido con vida hasta el 2.650 a. C.
El mensaje último del Poema sería otro. La inmortalidad o pervivencia tras la muerte solamente puede alcanzarse con la ayuda de Dios.
Gilgamesh, “El que ha descubierto el manantial” o “El que lo ha visto todo”. Hasta el último día de su vida dependió de sus dioses para ascender conservando su identidad y conciencia. Eso es sencillamente, la inmortalidad del alma que hasta nuestros días continúa siendo un misterio.
Ilustración. Museo del Louvre. Figura en relieve de Gilgamesh con un león, hallada en el Palacio de Sargón II, Khorsabad (Dur Sharrukin) 706 a. C.
Nota. Para el análisis del Poema se han utilizado textos de los profesores Francesc Lluis Cardona y Federico Lara Peinado.
(*) CSIC – Jesús Luis Cunchillos y José Ángel Zamora.