«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

De profesión, canguro

¿Se acuerdan de Skippy, el canguro australiano ‘sucesor’ de Lassie o Rin Tin Tin? Chris Barns también.

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Conocido ya como Kangaroo Dundee, este aussie de casi 1,90 de estatura decidió convertir la ficción en realidad y montó su propio orfanato de canguros. Les da biberones, los acuna… O sea, les hace de canguro. 

Desde que la BBC comenzó a retransmitir la serie que cuenta la vida de Chris Barns, el australiano va camino de convertirse en estrella, pero su historia comienza mucho antes, cuando él era sólo un niño encandilado por la estrella televisiva Skippy. El canguro llegó al corazón de los australianos de igual manera que Rin Tin Tin, Lassie o la orca Willy conquistaron las emociones de miles de pequeños. ¿Quién no ha soñado con tener una mascota especial?

La diferencia entre Brolga y los demás niños es que, décadas después y ya convertido en todo un adulto, el australiano sigue viviendo ese sueño romántico que ha pasado a ser su modo de vida. Una pequeña habitación es todo lo que necesita para ser feliz en medio de canguros y otros animales del desierto australiano en el corazón del santuario que él mismo ha puesto en marcha y que rescata a bebés canguro huérfanos de Australia Central.

Un ‘marsupio’ postizo

Es habitual ver a Brolga recorriendo la autopista Stuart, una vasta carretera en la que mueren atropellados numerosos canguro hembra. Chris se acerca a la inerte madre y revisa su marsupio, donde vive y se amamanta la cría durante los primeros ocho meses de vida. Ahí está. Un canguro huérfano, todavía vivo pero desnutrido y muy débil. Kangaroo Dundee lo toma tiernamente y lo lleva a su particular maternidad. En el Kangaroo Sanctuary Alice Springs tiene preparados varios marsupios postizos –bolsas y almohadas para mantener calientes a los pequeñines–. Allí duermen, a escasos metros de la habitación de Barns, que se despierta a media noche para dar el biberón a los más hambrientos.

Si sus cuidados son de la misma calidad que los de una auténtica madre canguro habría que preguntárselo a los bebés, pero no será por falta de interés: además de alimentar a los pequeños, los baña, les da el cariño que necesitan y, si es necesario, se cuelga una bolsa para llevarlos al supermercado.

En su santuario ya hay más de treinta animales, y subiendo, porque el objetivo no es que crezcan domesticados, sino que, una vez fuertes, puedan reintegrarse a la vida salvaje, un árido ambiente en el que tendrán que hacer frente a perros asilvestrados, incendios forestales, serpientes de mordedura mortal, un calor abrasador… No es fácil, pero con Brolga cerca, y vigilando, los animales pueden sentirse más afortunados que muchos de sus iguales.

Años de intensa observación de los canguros, de la forma en que cuidan y crían a los suyos han permitido a Barns lograr una especialísima relación con ellos. Un vínculo que ha maravillado a los espectadores del programa difundido por la BBC el pasado 25 de noviembre y que ha llenado de donativos las arcas del centro de rescate, puesto en marcha en 2005. Si visita Alice Springs y quiere visitarlo, ya sabe, pregunte por Kangaroo Dundee

*(c) Fotografías del Kangaroo Sanctuary Alice Springs

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