«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Recuperado Escribano y rehabilitado Paulita

Hubo más interés que nunca por ver lo que ocurría en la popular feria de Valdemorillo.

La popular feria de Valdemorillo siempre fue tenida como la primera “importante” de cada temporada a pesar de que, cuando arrancó, tuvo lugar en la pintoresca plaza del pueblo y luego en una portátil que, por descubiertas, no eran precisamente cálidas ni cómodas dado el tiempo invernal que la condicionaba. No obstante, casi siempre contó con bastante asistencia de público, sobre todo de los buenos aficionados de Madrid. Esta digamos selecta asistencia, contribuyó además para que revistiera bastante más importancia que si se hubiera celebrado inmersa en el grueso de la campaña taurina.

Muchos toreros, sobre todo los modestos que solían actuar, hallaron buenas oportunidades para llamar la atención de las empresas y algunos hasta saltaron a ciclos relevantes, aunque casi todos sin poder consagrarse como verdaderas promesas.

Pero desde que tiene lugar en una plaza de fábrica y cubierta, la mayor comodidad de los participantes y de los espectadores, contribuyó a que fuera aún más famosa. A esta fama se añadió la trascendencia que siempre supone para cualquier festejo taurino que sea televisado en directo.

De tal modo, la celebrada el pasado fin de semana no solo tuvo repercusión, también la grata presencia de algunos toreros ya instalados en los primeros lugares del escalafón. Dos de éstos, Manuel Escribano, David Mora y Paulita resultaron los primeros triunfadores de este año. El primero y más veterano, Escribano, triunfó con su salida a hombros al cortar las dos orejas de su segundo oponente en la primera corrida de toros. Podría haber logrado otra del que abrió plaza, pero la perdió por pinchar antes de agarrar la estocada definitiva. No tuvo ninguna suerte en la siguiente corrida actuando como sustituto de Alberto Aguilar. Pero lo realmente importante de lo conseguido por el sevillano fue mostrarse tan valiente, dispuesto, asentado y seguro con los cuatro toros que mató sin que se le notara lo más mínimo cualquier secuela física y anímica tras superar la gravísima cornada que sufrió en la que estaba siendo la de su revelación.

Tan resolutivo y valiente como le vimos el año pasado hasta que le pegaron el cornalón que le tuvo casi al borde de la muerte, y francamente mejorado en su templar y en su soltura artística. Tenemos pues un torero más que interesante para que engrose el interés de la temporada. Enhorabuena al Manuel y a todos los aficionados tan deseosos de que aparezcan nuevos valores con mucho futuro.

En la primera corrida celebrada el sábado 8, hubo bastante público en los tendidos y se lidiaron seis preciosos ejemplares de Luís Algarra. Todos nobles aunque en distintos grados en función de su durabilidad que no fue precisamente una de sus virtudes sino el principal defecto porque casi toros se vinieron abajo en el transcurso de las faena de muleta. El peor lote se lo llevó el mexicano Arturo Macías que quedó prácticamente inédito. Pero los toros que les correspondieron al mencionado Manuel Escribano y a David Mora, sin ser nada del otro mundo, colaboraron para que ambos les sacaran partido.

David Mora tocó pelo en los dos de su lote tras matar certeramente de sendas estocadas realmente valientes después de torear con capote y muleta con el sello que le caracteriza, uniendo su natural clase a un clasicismo netamente rondeño. Mora, no obstante, tiene que progresar en su expresiónsiempre y cuando mejore en su técnica Pero en cualquier caso, también hay que felicitarle por el excelente arranque de su particular campaña con salida a hombros junto a Escribano.

No fue tan grata ni tan entretenida la segunda corrida que cerró el ciclo. Los toros de Ana Romero, también más que aceptablemente presentados, no dieron el juego encastado que todos esperábamos salvo el que hizo quinto que fue el único que duró y aguantó hasta morir de una excelente estocada de Paulita. El aragonés quedó rehabilitado de cara a la presente campaña. La finura y el inspirado regusto de su toreo, quedaron patentes, como hacía bastante tiempo no le veíamos. Ojalá que le dure cuando actúe en los compromisos que, sin duda, tendrá, empezando por su regreso a Las Ventas en donde desde hace cinco años no había actuado.

Javier Castaño y su desde hace dos años famosísima cuadrilla protagonizaron dos brillantes primeros tercios como viene siendo costumbre y, desde luego, con el gozo del público que no cesó de aplaudir ni de jalear a los banderilleros. Por rehileteros de excepción, David Adalid y Fernando Sánchez. Por la templada y acertada brega, Marco Galán. Y a caballo, los estupendos picadores Fernando Sánchez y Tito Sandoval. Pero, ay, los dos toros que le correspondieron al espada salmantino apenas dieron opciones en la muleta por lo que los triunfadores del conjuntado grupo fueron los subalternos. Tenemos verdaderas ganas de que les salgan toros que aguanten los tres tercios para que el buen torero que es Castaño tenga la compensación triunfal que merece. Empezamos a estar hartos de que casi siempre quede por detrás de su cuadrilla.

En este segundo festejo mayor, las reses que le correspondieron a Manuel Escribano fueron las más decepcionantes del envío de Ana Romero. La famosa casta santacolomeña de su encaste no apareció por ninguna parte.

 

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