«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La violación, un arma del Frente Popular para humillar al enemigo

La pasionaria tenía clara la represión brutal y salvaje que se estaba cometiendo en su zona. Son muchos los testimonios recogidos en la Causa General que la sitúan al frente de asesinatos, torturas y violaciones, incluso son muchos de sus antiguos colaboradores los que la señalan como una de las organizadoras de esa barbarie en la que se convirtió la retaguardia en la que se desarrolló el terror rojo durante la Guerra Civil. Su ofensiva propagandística ha consolidado uno de los mitos que todavía hoy perduran en la historiografía marxista: acusó a las tropas moras alistadas en los tÔbores de regulares de cometer violaciones en masa cuando tomaban una población.

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Un mito que JosĆ© Luis Mesa, en su libro ā€œLos moros de la Guerra Civil EspaƱolaā€ (Actas-2004), dejó zanjado de manera documentada y contundente. Los moros se dieron al pillaje y el saqueo sistemĆ”tico, no a la violación. Y cuando esto ocurrió fueron duramente castigados por los mandos espaƱoles de los que dependĆ­an.

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Sin embargo, las pruebas son abundantes al respecto, los milicianos marxistas abusaron sexualmente de centenares de mujeres que acabaron siendo brutalmente asesinadas antes, durante y despuĆ©s de la violación. Era la consigna soviĆ©tica que llamaba, incluso desde las pĆ”ginas de Izvestia, al uso del abuso sexual sobre el enemigo –incluĆ­a hombres y mujeres- para romper la mora de resistencia.

 El propio Ilya Ehrenburg, corresponsal de guerra de ese periódico en España durante la Guerra Civil, loa los logros de la guerra sexual en los años de la Segunda Guerra Mundial.

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Como ha demostrado JosĆ© Javier Esparza en ā€œEl terror rojo en EspaƱaā€ (Ɓltera-2005), los casos de violación son brutales y basta el anĆ”lisis de algunos de ellos para hacerse idea de la utilización de esta tĆ©cnica soviĆ©tica de guerra en la retaguardia.

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Violaciones masivas hubo en los primeros meses de la guerra en localidades de Badajoz, como Granja de Torrehermosa o Campillo de Llerena. En la primera de ellas fueron asesinadas 12 mujeres en los instantes inmediatos a la entrada de las tropas de Franco. De ellas, ocho fueron violadas. Se salvaron, según la investigación posterior cuatro niñas de 15, 11, 10 y 3 años que fueron acribilladas a balazos. En Campillo, pocos días después, varias mujeres fueron violadas y posteriormente asesinadas.

En Somiedo (Asturias), tres enfermeras falangistas fueron detenidas y violadas numerosas veces por milicianos, ademÔs de torturadas, antes de ser fusiladas desnudas por varias milicianas que se jugaron sus ropas en un macabro concurso de puntería con los cadÔveres de las tres jóvenes.

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Ni siquiera se salvaban las mujeres que, por ser ciudadanas extranjeras y tener su documentación como tales, tenían un estatus de inmunidad. Así ocurrió con las hermanas del cónsul de Uruguay. Las dos jóvenes de 18 y 23 años, Consuelo y Dolores Aguiar-Mella fueron secuestradas y violadas por milicianos comunistas dirigidos por La pasionaria, abandonando sus cadÔveres en una cuneta.

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Para terminar, recogemos el testimonio de un comisario de Madrid, Teodoro Illera, que prestó su servicio profesional a la causa frentepopulista, pero que denunció como: ā€œDos milicianos violaron a dos seƱoritas, matĆ”ndolas despuĆ©s, pero con tal ensaƱamiento, que uno de ellos disparó sobre la joven a quien habĆ­a violado cuando aĆŗn la estaba poseyendo, saltando la masa encefĆ”lica de la desgraciada muchacha en la propia cara del asesinoā€.

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