«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Urquiza, el gran traidor de la Historia Argentina

La defección o pronunciamiento de Urquiza se produjo el día 1/5/1851. Fue impulsada desde Francia por el gobierno del presidente Luis Napoleón.

El 9 de abril de 1870 partieron de la hacienda de López Jordán, en Arroyo Grande, un grupo de alrededor de 30 hombres armados. Se dirigieron a la estancia San Pedro, propiedad de Justo José de Urquiza, donde se pusieron a las órdenes del sargento mayor Simón Luengo. Con otros 20 hombres, la pequeña fuerza se encaminó al Palacio San José, donde residía el Gobernador de Entre Ríos.

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El  11  de abril a las siete de la noche se introdujeron violentamente por la entrada posterior del edificio luego de inmovilizar a la guardia, al grito de ¡Muera Urquiza! ¡Traidor! … El grupo estaba capitaneado por Simón Luengo, Nicomedes Coronel, el capitán Álvarez, Ambrosio Luna, Facundo Teco, el mayor Robustiano Vera y José María Mosqueira. 

Urquiza les salió al encuentro y en el zaguán principal recibió una herida de bala en el rostro, tras lo cual se dirigió a su dormitorio en busca de un arma para defenderse. Allí fue ultimado a sangre fría por el uruguayo Nicomedes Coronel, capataz de una de sus estancias, ante la consternación de su esposa e hijas adolescentes, que en vano trataron de protegerlo. 

Murió apuñalado varias veces con feroz ensañamiento. Los asesinos habrían permanecido en el Palacio San José hasta la una de la madrugada, después de comer abundantemente en el gran comedor. En cumplimiento del mismo plan de exterminio, ese día también fueron asesinados en la ciudad de Concordia sus hijos varones, Waldino y Justo Carmelo de Urquiza.

Así terminó la vida del general Justo José de Urquiza (Talar del Arroyo Largo, Entre Ríos, 1801 – Palacio San José, Entre Ríos, 1870). Gobernador de Entre Ríos (1842/52-1860/64-1868/70), Director Provisional de la Confederación Argentina (1852/54), Presidente de la Confederación Argentina (1854/60). Miembro del Supremo Consejo Masónico Argentino junto a Juan Andrés Gelly y Obes, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Santiago Derqui y José Roque Pérez (27/7/1860). 

El primer paso equivocado del gobernador Urquiza y el más grave de todos, fue traicionar al Gobernador de Buenos Aires, Dn. Juan Manuel de Rosas, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. Después, su ambición y conducta proclive a la deslealtad le ganó muchos enemigos dentro del Federalismo Argentino, que finalmente terminó con el.

La famosa defección de Urquiza fue anticipada desde Londres por el ministro plenipotenciario Manuel Moreno en su correspondencia diplomática el 4/2/1847. Pero no se produjo hasta 1851. En un principio, anunciada en el periódico “La Regeneración” de Concepción del Uruguay  el 5/1/1851. Un pasquín masónico donde se decía «Este año 1851 – se llamará en esta parte de América – ‘La Organización’». El escrito hablaba de un «mandato de fraternidad» y abrazo de hermanos que victorearán reconocidos el nombre glorioso de «un hombre grande» que simbolizaba «La constancia en el orden. La firmeza en el designio. El coraje en la lucha. La grandeza en los medios. El heroísmo en los hechos. El patriotismo y la civilización en los fines». Loas a Urquiza sin nombrarlo, que preparaban el ambiente de la defección (*).

Regeneración era el nombre de una de las logias de francmasones dependientes del Supremo Consejo del Uruguay, que posteriormente se instalaron en Buenos Aires en 1855. El concepto también fue aplicado por Luis Napoleón en 1862 a la intervención armada de Méjico, que fue objeto de la misma política agresora francesa. Regenerar países para favorecer los intereses de Francia.  

En Inglaterra, el proyecto inicial de regenerar o recolonizar el Río de la Plata está explicado en el folleto Baines, que el hermano de Mariano Moreno envió indignado desde Londres el 2/7/1845. 

Finalmente la traición, defección o pronunciamiento de Urquiza se produjo el día 1/5/1851. Fue impulsada desde Francia por el gobierno del presidente Luis Napoleón. El tema puede seguirse muy bien a través de las cartas escritas entre los funcionarios del gobierno montevideano y sus agentes. A partir del año 1901 comenzó a publicarse la correspondencia privada del canciller uruguayo Manuel Herrera  y Obes.

La cooptación de Justo José de Urquiza fue gestada por Benito Chaín y Antonio Cuyás y Sampere. El uruguayo Chaín, era esposo de Narcisa Pacheco y Obes, hermana de Melchor. A su vez Chaín era amigo de juventud del gobernador Urquiza. Él actuó como nexo siendo agente confidencial del canciller Manuel Herrera y Obes. El otro agente intermediario fue Cuyás y Sampere, el contacto que tuvo el gobernador entrerriano con Silva Pontes, agente imperial en Montevideo.

Este capítulo de nuestra historia oculto durante varias décadas, ha sido ampliamente estudiado por los revisionistas del Río de la Plata, muy especialmente por Dn. Julio Irazusta, maestro de la historiografía argentina.

La defección del general Urquiza no fue un acto desconectado producto de una rencilla entre caudillos argentinos, como explica la historia más difundida. Fue un acto orquestado por el gobierno montevideano y sus sostenedores en Francia. 

La ruptura de las relaciones diplomáticas entre Brasil y Argentina, fue la ocasión elegida por Urquiza para defeccionar. El gran error estratégico del gobierno nacional fue no haberse precavido a tiempo, retirándole el mando del Ejército de Operaciones contra los unitarios, y haberlo armado fuertemente para operar sobre la frontera nordeste contra las agresiones paraguayas y brasileñas. 

El poder federal rioplatense quedó fracturado perdiendo a uno de sus gobernadores más fuertes, que cambió de bando. Su peso inclinó la balanza hacia el lado de los unitarios y sus socios montevideanos, apoyados desde Francia. 

Empréstitos, armas y mercenarios 

Las compras de armamentos y contratación de mercenarios extranjeros por parte del grupo montevideano, ha sido uno de los temas más irritantes y motivo de grandes discusiones entre los historiadores del Río de la Plata. 

La contratación de mercenarios está mencionada varias veces en la correspondencia del grupo montevideano. En 10/1848, John Le Long y José Ellauri prometían ayuda desde Francia mediante el envío de 8000 voluntarios «armados y reunidos en cuerpo, bajo la dependencia de nuestra autoridad gubernativa». En 7/1849 el agente de Montevideo en París tramitaba la preparación de un cuerpo de 5000 emigrantes, reclutados entre los indeseables de las agitaciones francesas, de quienes la policía veríase libre con satisfacción. Ellauri le escribía al canciller uruguayo que el ministro Edouard Drouyn de Lhuys lo había autorizado a reclutar voluntarios (3/7/1849).

A los subsidios franceses se agregó el Empréstito Buschenthal y una importante operación financiera concertada entre el nuevo canciller brasileño Paulino Soares de Souza y el agente uruguayo Andrés Lamas. Estas entradas oxigenaron las finanzas montevideanas, permitiéndoles adquirir cuantioso material bélico y la contratación de mercenarios armados. 

Buschenthal, hombre conocido en la corte del Brasil, casado con una hija del barón de Sorocaba. Lamas lo describe con una rara habilidad en materia de hacienda y poquísimos escrúpulos en negocios de dinero. Este financista encontró la idea de hacerles un empréstito con capitales ingleses. Para ello obtuvo poderes de algunos banqueros de Londres con el apoyo de Lord Palmerston y firmó un contrato con José Ellauri. A mediados de 1849 el canciller de Montevideo escribía: «No dudes que Urquiza está al acecho de la ocasión para dar el golpe a su compañero… Todo, en fin, está preparado: no espera sino la impulsión de la Francia» (22/7/1849). En esas semanas el unitario Juan Andrés Gelly envía desde Río de Janeiro un convoy de armas y municiones muy valioso por territorio brasileño. 

A fines de 1849 se agregó el general Melchor Pacheco y Obes, enviado extraordinario y familiar cercano del canciller montevideano,  a las negociaciones que José Ellauri sostenía en París. Ambos se reunieron el 1/12/1849 con el general Jean de La Hitte, Ministro de Asuntos Extranjeros.

La otra operación de importancia ocurre en los primeros meses de 1850. El canciller brasileño se entiende con Andrés Lamas, y arreglan un subsidio para Montevideo con la intermediación del financista Irineo Evangelista de Souza. Este último, vinculado a las finanzas británicas, más adelante fue fundador de un banco de magnitud continental con sucursales en Montevideo y Buenos Aires. Su encumbramiento mereció ser reconocido con el título de Barón de Mauá. El subsidio a los montevideanos consistía en cantidades importantes de dinero y cuantiosos artículos de guerra: pólvora, plomo en barra, fusiles ingleses, balas de cañón de diversos calibres y metralla esférica de hierro. También sabemos por una carta de Urquiza a Antonio Cuyás y Sampere del día 20/4/1850, que grandes sumas de dinero remitidas por el banquero Rothschild llegaron a Montevideo en esas semanas.

La correspondencia de los funcionarios brasileños también nos revela el hecho. Melchor Pacheco y Obes viajó a Brasil en 7/1850 y fue presentado de inmediato al canciller Paulino Soares de Souza. En carta del canciller brasileño a su agente Silva Pontes del día 9/9/1850 leemos: «Debo aclararle, bajo el mayor secreto, que por intervención y con garantía secreta del Gobierno Imperial, halló Lamas aquí quien le abriese en París un crédito de un millón doscientos mil francos para contratar 3 mil hombres para Montevideo, y tener artillería, armamento, municiones, vestuarios y víveres. Pacheco y Obes parte en el Paquete para Francia a fin de tratar eso». Al día siguiente Lamas le escribe a su canciller: «En el contrato para la legión se ha consultado también tener seguro un repuesto de armas y municiones y la adquisición de un tren de artillería superior». 

En 4/1851 comienzan a llegar los primeros contingentes de mercenarios armados para apoyar el derrocamiento de Juan Manuel de Rosas. Esto ocurre simultáneamente a la defección o pronunciamiento del gobernador entrerriano.

Finalmente el presidente Luis Napoleón presenta a la Asamblea los Tratados Lepredour con un mensaje fechado el 1/5/1851. Estos debían sellar la paz definitiva con el Gobierno de Buenos Aires después del bloqueo francés del Río de la Plata. En la sesión del mismo día, el canciller francés hizo tres mociones, dos a favor de los subsidios a Montevideo y una a favor de la ratificación de los tratados. Las dos primeras mociones fueron rápidamente debatidas y aprobadas, con la única modificación que los subsidios continuarían hasta 3/1852. La consideración de los tratados se prolongó durante varias semanas, y nunca llegaron a ratificarse. Simultáneamente Manuel Herrera y Obes le escribe al agente Ellauri en París: «Entre Ríos y Corrientes están ya con nosotros» (1/5/1851). 

Se observa claramente que la tensión franco argentina cesa en el momento en que el general Urquiza se pronuncia contra el Gobierno de Buenos Aires.

Urquiza finalmente se encumbró en el poder después de vencer en la Batalla de Caseros el día 3/2/1852 junto con los unitarios emigrados que regresaron al país. Urquiza con un ejército superior, que había sido equipado principalmente por el Gobernador de Buenos Aires para defender a la Confederación.  Defenderla de las intervenciones extranjeras, las incursiones unitarias y la amenaza brasileña. Así venció Urquiza, con armas nuevas y mercenarios comprados con subsidios franceses, empréstitos y apoyo brasileño. 

Después de derrocar al Gobernador de Buenos Aires fue sancionada la Constitución de 1853. Rosas y los otros caudillos federales también querían sancionar una Constitución, pero esperaban la finalización del conflicto con Francia y la pacificación del país. Así ha quedado expresado en su correspondencia.

La conducta política de Urquiza fue juzgada por los mismos federales. Su triste final es uno de los escarmientos más feroces que se le ha dado a un caudillo en la historia de América del Sur. MGB 11/11/2015.

Ilustración. 1. Daguerrotipo de Justo José de Urquiza (der.). 2. Caricatura de Urquiza (izq.) publicada en los últimos años del gobierno de Rosas. “El Retrato del loco, traidor, salvage, Unitario Urquiza”, es un buen ejemplo de la psicología criolla de la época. Una bestia con dos rostros asentando su trasero sobre el Derecho de Gentes. Lleva prendida la Medalla de la Traición regalada por su amigo el Emperador del Brasil y un ramo de cicuta en las manos. Su equipaje consta de: villanía, noticias falsas, máscaras, calumnia, traición, puñales, despotismo, ingratitud y un botellón conteniendo el Espíritu Infernal. Junto a la bestia, el perro del Diablo: el senor Cerbero su compañero. En la ilustración también se lee: ‘El regalo para mi patria’ junto al dibujo de un corazón atravesado por dos espadas.

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Bibliografía. Rosas y los asesinatos de su época. Juan Jacobo Bajarlía. Con Prólogo de José Antonio Saldías. Editorial Araujo. Buenos Aires, 1942.- Correspondencia del doctor Manuel Herrera y Obes : diplomacia de la defensa de Montevideo. 4 Vols. Montevideo, 1901. Establecimiento Gráfico A. de Martino. Buenos Aires, 1913, 1915 y 1919 – Mauá y su época. Lydia Besouchet. Ediciones América Económica. Buenos Aires, 1940. – A vida do Vizconde do Uruguai. J. A. Soares de Souza. Compañía Editora Nacional. San Pablo / Río de Janeiro, 1944. – Vida política de Juan Manuel de Rosas. Julio Irazusta. 8 Vols. Buenos Aires, 1975.- La Unidad Nacional. Ricardo Font Ezcurra. Ed. Coni. Buenos Aires, 1938. – (*) Archivo Americano Nº 24 (Nueva Serie). Editor Pedro de Angelis. Buenos Aires, 1843-1852. – Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1750-1930). Vicente Osvaldo Cutolo. Editorial Elche. Bs. Aires, 1985. Libros varios, Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones. Editorial Masónica. C/ Cangallo Nº 1242. Buenos Aires,  1962.

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