Continúa la Feria de Sevilla y, siendo justos, no se puede decir que el ciclo haya decepcionado. Aunque el Domingo de Resurrección se quedó por debajo de lo esperado, los dos trofeos concedidos a Sebastián Castella y Andrés Roca Rey fueron suficientes para justificar el espectáculo. La programación siguió cogiendo vuelo una semana después, con las buenas actuaciones de Lama de Góngora y Calerito en la corrida de Fermín Bohórquez. Llegó luego el ciclo continuado, con una arrolladora corrida de Santiago Domecq que entusiasmó a los aficionados y el triunfo de Miguel Ángel Perera con un gran lote de El Parralejo que le sirvió para abrir por vez primera en sus veinte años como matador la Puerta del Príncipe. La de Juan Pedro Domecq no funcionó y el propio ganadero fue el primero en reconocer el petardo, que rompe la tónica tan positiva del hierro que pasta en Lo Álvaro, pero 24 horas después se arregló todo con un gran encierro de Núñez del Cuvillo que posibilitó la segunda Puerta del Príncipe de la temporada, con Daniel Luque a hombros, amén de sendos trofeos concedidos a Diego Urdiales y Alejandro Talavante.
El sábado 13 de abril, a escasas horas del encendido en el Ferial, Roca Rey le echó pimienta a la temporada anunciándose con la divisa de Victorino Martín. La corrida estuvo marcada por el durísimo percance que sufrió Manuel Escribano, que fue intervenido sin anestesia tras sufrir una cornada de diez centímetros cuando recibió a su primer oponente a portagayola. Ante el asombro de una Maestranza entregada, el de Gerena salió a matar al sexto de la tarde vestido en vaqueros y dispuesto a dar lo que no tenía. Cortó dos orejas y volvió a hacer historia en el mismo albero y con la misma ganadería con la que inmortalizó a Cobradiezmos. Borja Jiménez demostró su buen momento con una faena que rezumó conocimiento, oficio y capacidad, siendo premiado con una oreja, mientras que Roca Rey desplegó su capacidad lidiadora ante un complicado segundo que no le regaló nada, pese a lo cual se topó con una reacción injustificadamente áspera de parte del público hispalense.
Un día después, la divisa de San Pelayo lidió seis toros en una corrida de rejones que encumbró nuevamente a Diego Ventura, sublime en su segunda actuación de la tarde. El momento del centauro es tan indiscutible que no se vislumbra ningún retador a la altura. Sergio Galán firmó una tarde seria y clásica por la que fue aplaudido, mientras que Guillermo Hermoso de Mendoza lució una magnífica cuadra, marca de la casa, y se quedó a las puertas del triunfo en el cierraplaza. El navarro sí compite directamente con Ventura, al contrario que su padre Pablo, y eso da cierto sentido de competencia al toreo a caballo, necesitado de revulsivos. ¿Tendría sentido darle más oportunidades a rejoneadores como Sebastián Fernández, que lleva tiempo acreditando un gran momento de forma? ¿Qué hay de Andrés Romero? ¿Y qué decir de tantos cavaleiros portugueses, como Joao Moura hijo, Miguel Moura o Francisco Palha? Los empresarios tienen que abrir más la baraja.
El lunes de farolillos, con toros de Domingo Hernández en los chiqueros del precioso coso hispalense, la empresa Pagés anunció a Morante de la Puebla, Daniel Luque y Juan Ortega. El mal fario en los sorteos sigue persiguiendo al cigarrero. No lo tuvo mucho más fácil Luque, pero tiró de oficio con el rajado quinto y supo cortarle una meritoria oreja al mansito. Ya antes había protagonizado un bello duelo capotero con Ortega, con éste último interpretando primero unas cordobinas que fueron replicadas por Luque por el palo de las chicuelinas. Con todo, el éxtasis de la tarde llegó en el sexto, con una exquisita faena de Juan Ortega, que cuajó una preciosa faena en la que todo fue armónico: los ayudados, los trincherazos, los molinetes, los pases en redondo, los naturales… Ortega incluso puso rodilla en tierra para componer un arrebatador y aterciopelado pase que fue preparando al tendido para una explosión final que vino de la mano de una rotunda estocada. Dos orejas para una faena que sigue dando de qué hablar.
De martes a jueves, lo más reseñable han sido las tres orejas que ha cortado Emilio de Justo en sus dos comparecencias, una el martes de feria con Garcigrande y dos el jueves de farolillos con La Quinta, y la actuación de Manuel Jesús El Cid, que también se hizo con un trofeo en la corrida de los cárdenos. Aún por delante, los tres últimos espectáculos de la primera parte de la temporada sevillana en 2024, con carteles de figura el viernes y sábado y la tradicional Miurada del domingo.
