Tiene apenas veintiún años pero su nombre ha empezado a sonar entre los aficionados al toreo a raíz de las retransmisiones taurinas de Canal Sur. Se llama Miriam Cabas, es natural de la localidad gaditana de Los Barrios y su periplo como novillera ha empezado a coger vuelo en 2022, al calor de la buena aceptación que están teniendo sus actuaciones.
“Empecé en esto muy pequeña, porque la primera vez que me apunté a una Escuela Taurina fue en Algeciras con apenas 5 años. Mi afición viene de mi abuelo materno, Gregorio Cabas, que siempre quiso ser torero y soñaba con tener un nieto torero. Al final, ¡será una nieta! (Sonríe). Además de su influencia, que ha sido crucial, la verdad es que conocí desde niña el mundo del festejo popular y, por otro lado, uno de mis familiares había trabajado como mayoral en la ganadería de Gavira… De modo que el toro ha estado siempre muy presente en mi vida”, explica la torera.
Entrevistada por La Gaceta, explica cómo se forjó su trayectoria en los ruedos: “Yo siempre he sido muy recta, me tomaba muy en serio lo de entrenar, para mí nunca ha sido un pasatiempo. Recuerdo que, a veces, mis amigos de la escuela taurina se despistaban y se ponían a jugar, pero yo seguía a lo mío, preparándome, con mi capote y mi muleta. A esas edades aún no te imaginas lo difícil que puede ser el mundo del toro, pero poco a poco encuentras los primeros obstáculos”
Cabas dejó la escuela taurina entre los 17 y los 18 años, pero no perdió el contacto con el mundo del toro y, de hecho, recorrió buena parte de las rutas del toro para hacer la tapia y buscar oportunidades. “Me llevé muchos golpes, aprendí a la antigua… pero un día, en Cebada Gago, el maestro Ruiz Miguel me vio y quiso echarme una mano. Decidí tirar la moneda al aire, consciente de que mi única experiencia en los últimos años había sido en el campo, y tuve la suerte de que las cámaras de Canal Sur estuvieron presentes en mi primera actuación en público como novillera sin picadores. La cosa salió bien y mi nombre empezó a sonar”, recuerda.
“Siempre he tenido el apoyo de mi abuelo, a mi madre le costó más, pero lo fue aceptando porque tampoco era algo que pudiese frenar. Eso sí: ella me exigió que no dejase mis estudios y eso es lo que he hecho. Primero hice un Grado de Ganadería y Asistencia a la Sanidad Animal y ahora estoy estudiando el segundo año de la carrera de Veterinaria en la Universidad de Cáceres. En clase tengo un buen grupo de amigos que se han volcado conmigo, son aficionados al toro y me animan mucho. Hoy mismo estoy de tentadero pero ayer estaba haciendo un examen. ¡Hago más kilómetros que el correcaminos! Pero todo merece la pena si así puedo hacer campo, prepararme y seguir luchando. Creo que hay que cultivar la técnica y la inspiración a base de enriquecerse de experiencias. Uno nunca tiene suficiente conocimiento taurino. Yo intento ser como una esponja, absorbo todo lo que puedo”, confiesa.
Sus cánones artísticos beben de épocas pasadas, pero también comparten la devoción finitista de quien firma estas líneas: “Me caben muchos toreros en la cabeza. Por ejemplo, suelo ver vídeos antiguos para alimentarme de la enorme personalidad de grandes figuras como Julio Robles, Paco Camino… Por otro lado, en el campo he podido hacer mucha tapia en la ganadería de Fuente Ymbro, donde he podido aprender mucho de Finito de Córdoba, que es un torero simplemente extraordinario y me ha ayudado muchísimo a emocionarme, a dejarme llevar por el toreo. Yo pierdo el sentido con esa forma de torear, de estar ante un animal… Me ha marcado muchísimo todo lo que le he visto hacer en el campo”.
Las cosas han ido rodando bien para Miriam Cabas, pero el mundo del toro es muy competitivo y son pocos los novilleros que consiguen hacerse un sitio en el escalafón de matadores. Nuestra entrevistada no tiene dudas: “Si yo no tuviera claro que quiero llegar a hacer algo en esto, no estaría perdiendo el tiempo… Esto es muy duro, muy sacrificado, hay que luchar y sufrir mucho, pero estoy pagando ese precio porque quiero ser alguien en el mundo del toro”.
“En Francia participé en un bolsín, aprovechando que estaba estudiando de Erasmus, y me he encontrado con un grupo de aficionados de la zona de Nimes que está apostando por mí. A eso hay que sumarle los mensajes que me llegan desde México, desde Perú…Saber que lo que haces llega a todo el mundo te da la fuerza necesaria para seguir”, añade.
“Me gusta divertirme y salir con los amigos, a mis veintiún años es normal que así sea, pero verdaderamente donde más disfruto mi escaso tiempo libre es en el campo. Me apasiona el acoso y derribo, galopar a caballo y, desde hace un tiempo, también estoy descubriendo el mundo de la caza y las monterías. Pero el veneno del toreo lo tengo dentro y a ello le dedico la mayoría de mi tiempo, mi esfuerzo y mis sueños”, concluye.