La temporada taurina sevillana arrancó con la tradicional corrida del Domingo de Resurrección, un encierro de Matilla que no terminó de romper pero sí permitió dos faenas premiadas con un trofeo cada una. La primera de ellas, una valiente actuación del francés Sebastián Castella, gustó al público más aficionado. La segunda, protagonizada por el peruano Roca Rey, recordó a los críticos por qué es él quien ostenta el bastón de mando del toreo. Morante no tuvo opciones y se fue de vacío.
Siete días después, sonaron clarines y timbales y pisaron el albero tres toreros locales. Lama de Góngora rezumó torería y cortó una oreja al segundo toro de su lote. Ruiz Muñoz no lo vio claro, afectado por una durísima situación personal que sin duda pesó en su ánimo. Calerito cortó dos orejas en dos actuaciones muy completas en las que manejó los trastos con solvencia y limpieza, aprovechando las embestidas de las reses de Fermín Bohórquez, una divisa que muchos aficionados demandan para la lidia a pie y no solamente para los festejos de rejones.
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🙌 ¡@InfoMAPerera saliendo a hombros por la Puerta del Príncipe por primera vez en sus 20 años de alternativa!
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El martes, 9 de abril, empezó el ciclo continuado, con una corrida de Santiago Domecq que sedujo al respetable. Había algo más de un tercio de plaza para ver a José Garrido, David de Miranda y Leo Valadez. Sorprendió que una corrida de estas características prescindiese de matadores que tocaron pelo el pasado año, caso del elegante Álvaro Lorenzo, que tuvo que seguir el festejo desde su casa. El caso es que la terna tuvo ante sí una magnífica corrida, de espléndida presentación, exigente en los tres tercios, brava y emocionante en los principios y en los finales. El extremeño cortó una oreja y mostró una buena versión; el onubense desorejó al sublime quinto, un astado llamado Tabarro para el que incluso se pidió el indulto; el mexicano no puntuó.
Veinticuatro horas pasaron y, ya en miércoles 10, llegó el turno de la divisa de El Parralejo. La tarde se la llevó Miguel Ángel Perera, un torero independiente, que no le debe nada a nadie y que se ha ganado su sitio en el escalafón tirando de valentía, poder e inteligencia. El extremeño ha salido en siete ocasiones por la Puerta Grande de Las Ventas, pero su primera Puerta del Príncipe en Sevilla llegó este 2024, como premio a dos buenas actuaciones ante dos interesantes ejemplares de la divisa que lanzó José Moya.
💬 "Es un sueño"
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Al primero, Panadero, lo supo reducir y templar, tirando de mando y de oficio. Al segundo, Oloroso, lo toreó incluso de rodillas, con un arranque tan explosivo como sentido que sirvió como prólogo de una faena redonda y maciza que culminó por bernardinas y remató con un estoconazo. Perera fue llevado en hombros entre la algarabía del respetable y se dio a sí mismo un bello homenaje por su vigésimo año de alternativa como matador de toros.
Paco Ureña pudo gustarse con el quinto, en una faena que por momentos cogió vuelo, pero que no terminó de romper pese a la pureza que le puso a cada lance el torero lorquino. Borja Jiménez sí tocó pelo con su primero y volvió a poner de manifiesto que su nombre debe ser muy tenido en cuenta de cara a la temporada 2024.
Perera habló en los micrófonos de OneToro, feliz y sacudido por el histórico triunfo: «Estoy muy emocionado. Los toreros tenemos muchas cosas por dentro que no se ven, pero la maravilla del toreo es esta. Era una tarde en la que sabía que tenía que jugar con mis cartas y he podido hacerlo bien, porque he toreado a gusto, feliz. He leído a los dos toros bien, he entendido el contenido la tarde y ahora estoy en un sueño».
