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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El falso mito de que la comida de los pueblos es más natural

El hecho de que una comida sea “casera” o “artesanal”, no garantiza que los alimentos sean naturales ni saludables.

Existe un mito bastante generalizado que promulga que cuando vas a comer a los pueblos, o a sitios apartados de la ciudad, comes mejor, más casero y más sano. Se dice que la comida es más natural y está menos adulterada en los pueblos que en las ciudades. «Nada más lejos de la realidad», asegura Rocío Gil, directora de Solnatura, que a continuación relata su experiencia.
«El otro día me encontraba en un pueblo del norte de España, en una casa rural donde elaboran comida tradicional y bollería artesanal. Mi atención fue captada por uno de los bizcochos típicos de la región, el cual tenía una pinta estupenda. Debido a mi profesión y a mi ideología, lo primero que hice fue mirar la etiqueta de este dulce, y esto es lo que me encontré:

La encargada de la casa rural nos indicó que se trataba de un dulce casero, elaborado por ellos mismos de manera artesanal, y no me cabe duda de que así era. Sin embargo, como en la etiqueta podéis comprobar, en este caso la​ ​palabra​ ​casero​ ​o​ ​artesanal​ ​no​ ​va​ ​de​ ​la mano​ ​ni​ ​mucho​ ​menos​ ​con​ ​la​ ​palabra​ ​natural​ ​y​ ​saludable.
Sin duda, lo más disonante e inaceptable de la etiqueta es el contenido de los aditivos E102 (Tartracina) y E129 (rojo allura). El E102, concretamente, es la Tartracina​; el colorante alimentario derivado​ ​del​ ​petróleo utilizado en paellas, repostería, dulces, golosinas etc. Este colorante, confiere a los alimentos un aspecto amarillento, llamativo y suculento, y también les confiere una gran cantidad de efectos nocivos como el indicado en la etiqueta por normativa: Puede tener efectos negativos sobre la actitud y la atención de los niños.

Si en una etiqueta, la normativa exige poner una indicación como esa, es porque se trata de sustancias aprobadas para uso alimentario, que sin embargo están reconociendo tener efectos negativos sobre la actitud(salud psíquica) de las personas. De​ ​aquí​ ​se​ ​infiere​ ​que​ ​existen​ ​sustancias​ ​aprobadas​ ​para​ ​el​ ​consumo​ ​humano,​ ​que sin​ ​embargo​ ​son​ ​dañinas,​ ​son​ ​incompatibles,​ ​o​ ​tienen​ ​cierto​ ​grado​ ​de incompatibilidad​ ​con​ ​el​ ​organismo​ ​humano.
Ni que decir tiene que estos colorantes no solo tienen efectos negativos sobre los niños. Tiene efectos negativos sobre todas las personas. Así sucede con una gran cantidad de aditivos alimentarios, y son aditivos consumidos en la alimentación diaria ya sea en pueblos o en ciudades.
Hoy en día existen muchísimos ingredientes utilizados para conservar o dar propiedades a los alimentos que son totalmente naturales y amigables con el organismo. Esa es la vanguardia y la tendencia. Los productores más actualizados están utilizando el betacaroteno para dar color a los alimentos, o el azúcar de caña y el limón para conservar. El etiquetado de los productos ecológicos especifica qué ingredientes contiene el producto; de esta manera, al menos uno sabe lo que está comiendo. Como vemos, son ingredientes identificables y sin códigos sustitutivos. El asterisco puntualiza que se trata de ingredientes de procedencia ecológica.

El hecho de que una comida sea “casera” o “artesanal”, no garantiza que los alimentos sean naturales ni saludables si los ingredientes que se están usando son industriales o están llenos de aditivos o pesticidas. Tengo familia en pueblos, y conozco muy bien el mundo rural. Os puedo asegurar que los productos utilizados para cocinar están tan adulterados como en las ciudades. La mayor parte de las huertas rurales están fumigadas con pesticidas y herbicidas. La mayor parte de los dulces artesanales están elaborados con este tipo de aditivos y conservantes químicos mencionados arriba. Cuando vas a comprar a tiendas rurales, los productos que encuentras son los mismos que en un supermercado común.
En la actualidad, la industria y la adulteración han llegado a todas partes. De hecho, en los pueblos es casi peor, porque a nivel de tendencias de vanguardia siempre van por detrás de la ciudad. Al menos en las ciudades puedes encontrar cada vez más concienciación acerca de la ideología y la práctica ecológica, y cada vez hay más supermercados que venden comida ecológica con su sello de garantía. Esa es la vanguardia y el futuro en cuestiones alimentarias. Es curioso que cada vez es más habitual encontrarte con huertas fumigadas en los pueblos, y paralelamente hay más huertas ecológicas en hoteles, restaurantes y viviendas del propio Madrid. Aún queda mucho camino por recorrer, pero eso es lo que está ocurriendo en estos momentos.
Los alimentos con sello ecológico lo que están garantizando, entre otras cosas, es lo siguiente:
Que son productos respetuosos con el medio ambiente y con la salud de las personas.
● Que para su cultivo o elaboración 
se han utilizado los recursos más naturales.
● Que son 
compatibles con el organismo humano.
● Que
 carecen de pesticidas, herbicidas o abonos químicos.
● Que 
carecen de aditivos artificiales y venenosos.
● Que 
no son transgénicos.
● Que han pasado por las 
rigurosas inspecciones que certifican los puntos arriba mencionados.

La conclusión es que nos tienen engañados y nos están envenenando con sustancias aprobadas para consumir con los alimentos, que sin embargo están demostrando ser perjudiciales para la salud. Ahora se está anunciando en el etiquetado su potencial dañino, como sucede con el tabaco. ¿Pero, realmente es necesario poner en peligro nuestra salud cuando tenemos alimentos de vanguardia que son realmente naturales y saludables?
La idea de que en los pueblos los tomates son naturales, y los bollos son caseros y saludables es muy bonita, pero es solo una utopía. Por suerte o por desgracia, hoy en día, si quieres comer sano y ecológico, tienes muchas más probabilidades de hacerlo en la ciudad, que en el mundo rural.
Tratar de llevar una alimentación ecológica y fomentar hábitos y prácticas realmente naturales, es adonde nos lleva todo lo visto en este artículo. Estemos donde estemos, debemos demandar una alimentación saludable de vanguardia y denunciar las malas prácticas ya obsoletas».
 
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