«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Cada vez menos datos para la policía, cada vez más para las empresas

La Guardia Civil tenía fundadas sospechas de quién era el asesino de Diana Quer desde hace más de un año, pero una plétora de medidas de un garantismo desmesurado mantuvo en la calle a un individuo peligroso que podía volver a delinquir en cualquier momento.

Responsables de la Benemérita, en una rueda de prensa posterior, no ocultaron sus quejas ante reformas legales que entorpecen su labor de investigación, buena parte impuestas desde Bruselas.
Manuel Sánchez Corbí, jefe de la Unidad Central Operativa (UCO), hizo especial hincapié en el tratamiento de las comunicaciones. «La parte de la telefonía es la más importante pero también la más lenta», dijo. «Es importante que las compañías de telefonía conserven los datos. Si no los llegan a conservar, no resolvemos el caso».
Y eso es lo que ahora el Tribunal Superior de la Unión Europea cuestiona. La legislación actual obliga a las operadoras a retener todos los datos durante 12 meses, pero el tribunal europeo se niega ahora a que se guarden todos los datos, de manera indiscriminada y durante tanto tiempo. La sentencia del tribunal comunitario impedirá retener datos con carácter general y preventivo como hasta ahora, y solo se hará a solicitud de la Policía Judicial o de las autoridades judiciales. Los datos con los que trabajan ahora los operativos no estarán permitidos.
La paradoja que plantea una legislación tan restrictiva es que los datos personales están a buen resguardo cuando se trata de la policía investigando un crimen, pero disponibles con un detalle asustante para las empresas comerciales.
Conocer al cliente ha sido siempre interés y obligación de cualquier empresa, pero con la llegada de Internet y, sobre todo, las redes sociales, la cantidad de datos directos e indirectos que poseen algunas firmas comerciales privadas sobre los usuarios sería la envidia de cualquier servicio secreto.
El famoso dicho de «te conozco mejor que si te hubiese parido» podría cambiarse por el más adecuado «te conozco mejor que si fuera Facebook». La red social sabe lo que has comprado en Amazon, tiene archivados todos tus amoríos, triviales o duraderos, con sus rupturas, sabe cuándo estás eufórico y cuándo deprimido, conoce tus gustos al detalle, como tus aficiones, fobias, ideas políticas y religiosas, tus amigos, tus familiares…
Facebook recoge y archiva datos sobre sus usuarios cada vez que entran en la red social y, siendo gratuita para el usuario, hace uso de esos datos revendiéndolos a las empresas. Pero si el uso que da a ese ingente cúmulo de información personal es, en principio, meramente comercial, las posibilidades de darle algún otro uso menos inocente son obvias.
 
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