«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Tras imponerse con autoridad al número uno del mundo, Jannik Sinner

Carlos Alcaraz visitó al Cachorro y la Virgen de la Esperanza de Málaga en el Vaticano antes de ganar la final del Masters de Roma

Carlos Alcaraz frente al Vaticano. Redes sociales

Durante su participación en el Masters 1000 de Roma, Carlos Alcaraz hizo una parada en la basílica de San Pedro del Vaticano que, a la postre, se ha vuelto simbólica. Allí, en la capilla de la Presentación de la Virgen, el tenista murciano tuvo la oportunidad de contemplar dos de las imágenes más veneradas del sur de España: el Cristo de la Expiración, conocido popularmente como «el Cachorro», y la Virgen de la Esperanza de Málaga, ambas desplazadas de forma excepcional a la Ciudad Eterna con motivo del Jubileo de las Cofradías.

El joven campeón, que acabó levantando el título tras imponerse con autoridad al número uno del mundo, Jannik Sinner, en dos sets, compartió en sus redes sociales un resumen visual de su estancia en Roma. Entre los momentos destacados, incluyó un vídeo del paso de las imágenes en el Vaticano, una publicación que ha llamado la atención por la conexión personal que el tenista mantiene con una de ellas: el Cristo de la Expiración.

No es la primera vez que el vínculo entre Alcaraz y esta talla sevillana se hace visible. El año pasado, el deportista fue nombrado trianero adoptivo, un reconocimiento que tiene un fuerte componente sentimental, ya que su abuela materna es natural del barrio de Triana, concretamente de la calle Castilla, a escasos metros del templo donde se venera al Cristo del Cachorro. Este lazo familiar ha alimentado un afecto que va más allá de lo anecdótico.

Curiosamente, la final del torneo romano coincidió con dos eventos relevantes: por un lado, la clausura del Jubileo que había llevado a miles de cofrades a Roma; por otro, el comienzo del pontificado del nuevo Papa León XIV. Ese mismo fin de semana, el Cristo de la Expiración desfiló por las calles de la capital italiana en la Gran Procesión del sábado 17 de mayo, antes de regresar a Sevilla.

Alcaraz, que este verano también logró una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París, continúa acumulando hitos tanto dentro como fuera de la pista. Pero para muchos devotos que vieron en su visita una señal de fortuna, aquel instante en San Pedro del Vaticano fue algo más que una simple parada turística: fue un gesto de fe con aroma andaluz que, quién sabe, tal vez trajo consigo una dosis de inspiración divina.

Fondo newsletter