El proyecto del Espanyol para la temporada 2018-19 ha logrado emocionar a sus aficionados con resultados notables, con el equipo quinto en la clasificación, y un discurso sereno pero ambicioso, que rompe muchos de los tabúes de épocas anteriores en el club catalán.
En otras etapas, pensar y pronunciarse sobre Europa era visto con recelo. El equipo se había estrellado muchas veces apuntando alto. En esta ocasión, con Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ en el banquillo, las metas altas vienen de serie.
«No me conformo con los 40 puntos, quiero mucho más», afirmó el técnico tras ganar anoche al Eibar (1-0).
El Espanyol suma actualmente 10 puntos en la tabla y lo ha hecho con un fútbol vistoso. La propuesta de Rubi ha calado en el vestuario, que cree en los métodos y la filosofía del preparador. Los resultados le dan la razón y la confianza es alta: pincharon contra el Madrid, pero se alzaron de nuevo frente al Eibar.
Pocos defectos se le pueden encontrar al cuadro blanquiazul en este inicio de temporada. El equipo mantiene el rigor defensivo, con sólo cuatro goles encajados, con una primera línea adelantada, imprime un ritmo alto y con criterio en la circulación del balón y firma suficiente tantos para seguir soñando.
Este último punto es una de las asignaturas pendientes que detecta el cuerpo técnico. No hay preocupación, ni mucho menos, pero Rubi y sus ayudantes opinan que el equipo podría aprovechar mejor sus ocasiones en la meta contraria. Es, actualmente, el bloque menos realizador de todos los que están en la zona europea de la tabla.
La composición de la plantilla, con pocos fichajes este verano, también pasa el corte después de este inicio de temporada. Rubi apostó por el mismo bloque en las cuatro primeras jornadas, pero hizo rotaciones contra el Real Madrid y frente al Eibar: el rendimiento del equipo no se resintió. El técnico está satisfecho.
Con las mismas premisas y confianza, el Espanyol se prepara para visitar al Rayo Vallecano este viernes, a las 21.00 horas. Con un choque menos, el cuadro madrileño es uno de los peores anfitriones de la competición. Los ‘pericos’ no se confían, nunca lo han hecho, y trabajan para mantener altas las ilusiones de los suyos.
