«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Durante un evento en el Banco Interamericano de Desarrollo

Botín defiende que «los países en desarrollo no pueden hacer la “transición verde” al mismo ritmo que los países desarrollados»

Ana Patricia Botín
La presidente del Banco Santander, Ana Patricia Botín. Europa Press

La presidente del Banco Santander, Ana Patricia Botín, se encuentra en Washington para participar en las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. En esa coyuntura ha intervenido en un encuentro organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo junto a su presidente, el brasileño Ilan Goldfajn.

El evento, en el que BID Invest (la rama privada del organismo multilateral) anunció este miércoles una transacción de titulización de 1.000 millones de dólares, la primera de su tipo, para que inversores del sector privado compren activos de bancos multilaterales de desarrollo de la región y para la que se ha asociado con el Banco Santander y Clifford Chance.

Originar para compartir es el nombre de la iniciativa que, según el máximo dirigente del banco, «es un modelo de negocio que comparte los riesgos». La cartera titulizada incluye activos de 20 países y 10 sectores, como corporativos, infraestructura, energía e instituciones financieras.

En la presentación del programa, Goldfajn estuvo acompañado de Botín, que se refirió a «la falta de crecimiento» como «el mayor problema que tenemos en el mundo». Según la española, «América Latina tiene crecimiento, por eso creo que es nuestro deber trabajar juntos de maneras innovadoras para ayudar a dirigir los ahorros de recursos de Europa, de Estados Unidos y otras partes del mundo a regiones que tienen demandas de crecimiento y desarrollo».

El ritmo de la «transición verde»

Durante una de sus intervenciones, la presidente de la principal institución financiera privada en Iberoamérica se refirió a la imposición de la llamada «transición verde», como un obstáculo recurrente y real para el crecimiento. Una implantación por parte de burócratas de un entramado legislativo y un marco de pensamiento pone un presunto cuidado de la naturaleza que atenta contra la prosperidad de la persona, por medio de mecanismos como la Agenda 2030 o del Pacto Verde europeo.

Botín ha señalado que «los países en desarrollo no pueden hacer la «transición verde» al mismo ritmo que los países desarrollados», y lo ha ilustrado con el ejemplo de Argentina, país para el que la explotación de las enormes reservas gasísticas que alberga bajo su suelo supondría una revolución económica. La banquera ha defendido que el país del Cono Sur avance en esa dirección y ha sostenido que los bancos europeos deben estar disponibles para financiar esas operaciones.

El reconocimiento de que ciertos países no pueden asumir la imposición de una agenda verde hecho por la presidente de unos de los principales bancos del planeta es buena noticia, aunque sólo en parte. Ese razonamiento conlleva que las naciones europeas sí deben avanzar en ese marco mental que concibe el desmantelamiento del sector primario, la desindustrialización y el encarecimiento buscado de la energía como pilares fundamentales.

Fondo newsletter