El próximo domingo, 10 de diciembre, Javier Milei se convertirá al fin en presidente de Argentina. En su toma de posesión estarán el Rey Felipe VI, Santiago Abascal —invitado personalmente por el nuevo mandatario— o Volodímir Zelenski, a falta de confirmación oficial por razones de seguridad pero que los medios del país dan por descontado. Este miércoles el líder de La Libertad Avanza se reunió por primera vez con todos los miembros de su futuro Gobierno, y también se sabe que ya ha mantenido encuentros de trabajo con el ministro de Economía, Luis Caputo, y el confirmado nuevo presidente del Banco Central, Santiago Bausili, con los que avanza en su estrategia de dolarización de la economía, una de sus principales promesas electorales.
El programa económico de Milei, denominado por él mismo como «Motosierra» —en alusión a los recortes del gasto superfluo—, es más complejo de lo que pueda parecer. Motosierra es un plan pensado a largo plazo, «para las tres próximas generaciones», porque como él mismo explicó durante la campaña «el proceso de recuperación económica no es instantáneo». Milei calcula que Argentina puede volver a ser una potencia mundial «en 35 años», aunque los primeros progresos «se notarán mucho antes».
La primera fase del plan económico, llamada «primera generación», implica como objetivo inmediato y principal la rebaja de la inflación —que alcanzó el 142,7% interanual en octubre— y una drástica reducción del gasto público —ya ha anunciado que se para durante un año la inversión del Ejecutivo en medios de comunicación públicos— y una bajada de impuestos. También planea eliminar totalmente la inversión en obra pública para pasar a un sistema de iniciativa privada. Sobre las empresas públicas, que ha bautizado como «aguantadero de ñoquis», algo así como un refugio de enchufados políticos, Milei cree que deben ser privatizadas porque «siempre conducen al fracaso». Como ejemplo, ya está en marcha la nueva privatización de la petrolera YPF, arrebatada en 2012 por Cristina Fernández de Kirchner a la española Repsol, que como él mismo recuerda «desde que se reestatizó perdió el 90% de su valor».
La segunda etapa o segunda generación del plan incluye una reforma de las pensiones, uno de los factores que más empuja el déficit fiscal de Argentina, unido a un plan de bajas voluntarias o prejubilaciones de funcionarios públicos para reducir el Estado. Una medida con la que él mismo ha dado ejemplo al reducir el número de 21 ministerios a ocho. Los subsidios sociales también comenzarían a desaparecer en esta fase del plan económico —el 51,7% de los argentinos recibía asistencia social del Estado a finales de 2022—, mientras en paralelo se favorece la creación de empleo en el sector privado con los bajos impuestos y la eliminación de trabas burocráticas.
El líder argentino también planea eliminar el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Ya en su campaña antes de la primera vuelta afirmó que el Banco Central debía «volar por los aires». «Cuando el Banco Central determina la cantidad de dinero lo único que hace es determinar el nivel de precios, entonces si se expande hace daño y si se achica hace daño y así ¿para qué lo quiero?», dijo entonces. Aunque de momento lo que hará es colocar al frente de la institución a alguien de su máxima confianza.
Por último, la tercera generación del plan de reformas incluiría una modificación profunda del sistema de salud, impulsando la colaboración con el sistema sanitario privado, una reforma del sistema educativo, con lo que ha denominado «sistema de vouchers», para que los padres reciban una especie de vale con el que pueden elegir en qué centro quieren que sus hijos sean educados. Por último, aboga la eliminación de la coparticipación, el reparto de fondos tributarios recaudados por la nación y que se reparten entre las provincias. Milei apuesta también por una recentralización de la economía para que los tributos sean competencia del Gobierno central.