El Gobierno de Javier Milei en Argentina ha cumplido cien días, un tiempo en el que ha impulsado reformas que permitirán sanear la economía y crecer, y en el que ha retratado el fracaso económico, social y cultural que supone un socialismo, más en concreto el colectivismo kirchnerista, que sigue sin aceptar su rotunda derrota electoral.
El Ejecutivo de Argentina defiende hoy las ideas de la libertad frente a la «casta corrupta, privilegiada y empobrecedora del kirchnerismo»… y lo hace con éxito. En apenas un centenar de días, ha logrado bajar la inflación y la reducción del gasto ha propiciado un superávit financiero que no se lograba desde agosto de 2012.
No sin zancadillas de la oposición política, mediática y sindical, Milei va cumpliendo lo prometido en campaña: Gobierno reducido, cierre de organismos públicos con millonarias pérdidas (como la agencia pública Télam), eliminación de las jubilaciones de presidentes y vicepresidentes, supresión de la financiación pública de los partidos políticos, combate a la delincuencia y al crimen organizado con todos los medios jurídicos y materiales a su alcance… y lo más importante: tratar como adultos y decir siempre la verdad a los argentinos.
El eslogan libertario No hay plata se ha convertido en un lema nacional y cerca del 60% de sus compatriotas tienen hoy una imagen positiva de Milei, un porcentaje superior al resultado que obtuvo en la segunda vuelta presidencial.
La inmensa mayoría de los argentinos asume los necesarios ajustes, que unidos a las bajadas de impuestos, a la eliminación de trabas burocráticas y al fin del gasto político superfluo, ya está dando frutos en materia de empleo y creación de riqueza, como un servicio a la patria para superar la ruina instalada durante décadas y alcanzar cotas de prosperidad desconocidas. Sin duda, la libertad avanza en Argentina.
