«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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22 de abril de 2021

Brutos legitimados

Agudeza visual: encuentre en qué manos llevan estos dos antifas su discurso político contra VOX (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)

Para que una piedra de tamaño regular con capacidad de descalabrar a un hombre sea arrojada contra unas personas indefensas —incluidos niños que van con sus padres— que asisten a un acto electoral libre de un partido legal y democrático como VOX, hacen falta tres cosas: motivación, una mano y que ningún escudo policial se interponga en el vuelo parabólico de la piedra.

En estos casos, la mano ejecutora es lo menos interesante. Brutos, por desgracia, nos sobran en España y en el resto de la Iberosfera como hemos visto en estos últimos años de algaradas, revueltas, saqueos e incendios desde Tierra de Fuego hasta la frontera de Canadá. Por supuesto, siempre será mejor una piedra que una bala en la nuca o que un cóctel molotov, pero el origen de la violencia como instrumento político es el mismo y, por desgracia, la piedra es siempre el antecedente.

Lo interesante es la motivación. Para lanzar una piedra en un acto electoral contra personas desprotegidas hace falta que un bruto, por lo general de escasas luces, se sienta respaldado por un discurso que elimine todo rastro de duda moral a la hora de atentar contra la seguridad de una persona y que legitime, por tanto, su acción vandálica. Que nadie tenga la menor duda de que los brutos que ayer atentaron contra la seguridad de los asistentes a un acto electoral de VOX en la localidad madrileña de Navalcarnero—un acto especialmente protegido por las leyes porque nuestro sistema constitucional del gobierno representativo sólo puede funcionar cuando el valor de los votos se mide en el acceso de los votantes a información libre sobre los candidatos—, creían estar legitimados.

Y, de alguna manera, lo estaban. Las piedras que ayer se arrojaron contra VOX se fueron amontonando a lo largo de las 24 horas anteriores, cuando medios de comunicación y lideres políticos reaccionaron a una publicidad electoral del partido de Santiago Abascal y Rocío Monasterio, y les señalaron como autores de un delito de odio (?). La publicidad no decía nada más que la verdad. Una verdad incómoda, por supuesto, que señala la perplejidad que causa que en esta España empobrecida en la que hay españoles que malviven con pensiones miserables, se gasten recursos esenciales en el cuidado de menores extranjeros de origen norteafricano que deben estar con sus familias. Y a falta de sus familias, bajo el amparo de sus estados de origen que tienen una responsabilidad esencial en el cuidado de sus nacionales. Por su bien y para nuestra seguridad. Esa es la verdad. Incómoda, insistimos, pero necesaria para introducir por fin debates sobre defensa de las fronteras sur de Europa, inmigración ilegal, seguridad en las calles y despilfarro político de los fondos que salen del bolsillo de los contribuyentes en forma de impuestos, en tantas ocasiones confiscatorios.

Encontrado el bruto apropiado con la motivación necesaria, la piedra sale de la mano y vuela en dirección a una persona indefensa con extraordinaria facilidad salvo que se interponga la acción efectiva de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con el uso legítimo —este sí— de la coerción amparada por la Justicia y con el mandato inequívoco del Gobierno de la nación de defender no sólo la seguridad de las personas, sino el desarrollo en paz de un acto de una extraordinaria importancia para la calidad democrática de un país.

La primera piedra es inevitable y depende de la fuerza del bruto y de su cerebro manipulado por los medios de la desquiciada corrección política y por los partidos que amparan la violencia o se sitúan en la abyecta equidistancia. La segunda ya va en el debe del ministro del Interior del Gobierno socialcomunista que padecemos. Todas las demás deberían avergonzarnos, pero sobre todo, preocuparnos.

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