«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
EDITORIAL
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7 de abril de 2023

Contra el tabú de la muerte

El tercio Duque de Alba II de la Legión, con sede en Ceuta, en un momento del traslado del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, conocido como Cristo de Mena, a su trono procesional en el Jueves Santo a 6 de abril de 2023 en Málaga (Álex Zea / EP)

Una de las evidencias más claras de que vivimos en la era de la infantilización de la sociedad es la ocultación permanente y cobarde de la muerte. El nuevo tabú supremo pone todas las trabas posibles, incluso calificando para mayores de 16 años la retransmisión televisiva de una procesión, para eliminar de la conciencia del hombre la responsabilidad de hacer que su vida tenga sentido, que es algo que sólo ocurre cuando acepta su mortalidad y la encara de manera decidida y consciente.

Todavía, por suerte, el tabú queda proscrito una vez al año, en la Semana Santa, cuando la religión católica sale de los templos y marcha en procesión por las calles de la Hispanidad. Ahí, en el ritmo de los tambores, en el paso lento de penitentes y costaleros que levantan con sufrimiento los pasos que representan la pasión de Cristo, ante el arte duro y amargo de las tallas, los españoles de un lado y del otro del océano, sometidos por políticas infantiloides, contemplamos, rezamos, maduramos y mejoramos.

No debería hacer falta fe, aunque ayude, para entender los beneficios que para la identidad de los pueblos tiene el hecho religioso. El pensamiento crítico, el sacrificio, el propósito de enmienda, la misericordia, la piedad o el arte con mayúsculas no existirían sin la idea de la muerte como antesala de la trascendencia. Tampoco la esperanza. Ni la idea legionaria de que la muerte es nuestra más leal compañera y abrazarla como a una novia es el mayor servicio que un soldado puede hacer a su Patria. Sólo la muerte forja héroes.

Como dice el filósofo David Cerdá: «Es gracias a la inminencia de la muerte que husmeamos como posesos el sentido de vivir. Una vida infinita sería una vida irrelevante». Y agotadora, añadimos.

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