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La Gaceta de la Iberosfera
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21 de marzo de 2023

Crisis de representación

De todos los peligros que acechan a la democracia como sistema político, quizá el más grave es la profunda crisis de representación en la que viven la mayoría de las democracias occidentales. A diferencia de otros problemas exógenos que cualquiera puede identificar con claridad, la crisis de representatividad es un enemigo interno silencioso que trabaja en las sombras con la complicidad de la mayoría de los partidos políticos y de sus medios de comunicación.

Aunque ya nos hemos ocupado de esta cuestión en otros editoriales, podríamos definir la crisis de representatividad como la distancia creciente que hay entre la voluntad general de los votantes y las decisiones de los partidos. Partidos que si existen sólo es como herramienta de participación de los electores en la vida pública, pero que en demasiadas ocasiones se comportan como una elite ensoberbecida por el poder que desatiende los intereses de sus votantes en beneficio de los suyos propios.

La crisis de representación conduce a una fatiga de las instituciones democráticas que, en consecuencia, sufren un proceso acelerado de deslegitimación por la distancia enorme creada entre partidos y partidarios, distancia acrecentada hasta cerca de lo insalvable cuando la relación es entre gobernantes y gobernados.

La actualidad nos concede hoy dos ejemplos perfectos de esta crisis de representación. El primero, el estallido social en Francia como consecuencia de la decisión del presidente Emmanuel Macron de ordenar por decreto la reforma del sistema de pensiones, sin negociarlo con los trabajadores, sin pasar por la Asamblea Nacional francesa y autorizando al Gobierno de Élisabeth Borne la aplicación del artículo 49.3 de la Constitución que permite la vía unilateral con independencia del apoyo político real.

Este estallido de descontento y de violencia es, a todas luces, una crisis descomunal en el sentimiento de que la legitimidad de la democracia reposa en la idea de que es un sistema de gobierno del pueblo y para el pueblo.

El segundo ejemplo lo veremos hoy y durante los próximos dos días en el Congreso de los Diputados que hasta hace unos días albergaba, y quizá todavía albergue, a determinados Titos Berni. La moción de censura que ha presentado Vox está respaldada por el sentimiento de una mayoría social que acepta que hay cientos de motivos para censurar a Sánchez y llamar con urgencia a las urnas. Sin embargo, sabemos ya que los partidos políticos que se dicen de oposición, como el Partido Popular y los restos de Ciudadanos, ignorarán los deseos e intereses de sus propios votantes cuya voluntad quedará deformada durante los próximos días, y harán oposición a Vox y no al peor de los presidentes posibles. Si eso no es una crisis de representación de proporciones bíblicas, nada lo es.

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