Ayer, en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, una diputada secesionista catalana con un apellido aragonés (Nogueras) y otro riojano (Camero), apartó en un gesto de desprecio la bandera española, símbolo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y que representa los valores superiores expresados en nuestra Carta Magna.
El gesto ofensivo de la portavoz de Junts, Míriam Nogueras Camero, sólo obtuvo el reproche de un periodista presente en la sala de prensa. De nadie más. Ni de los servicios de seguridad, ni de autoridad alguna. Un gesto que voló por las redes sociales con el lógico malestar que se genera cada vez que los españoles observamos la impunidad con la que actúan los enemigos de la nación que les paga el sueldo —en el caso de Nogueras, alrededor de 120.000 euros anuales— y tienen para ello la consideración de excelentísimos señores. Sin merecerlo, pero sobre todo, sin serlo.
Lo que hizo ayer la diputada independentista de apellidos aragoneses y riojanos es culpa suya, por supuesto, pero responsabilidad nuestra. No es tan grave que unos indignos hijos de España se tomen la libertad de ofendernos, como que seamos nosotros los que se lo permitamos.
En su día, empezamos por privilegiar el voto de unas regiones en perjuicio de la igualdad de todos los españoles. Continuamos aceptando que se burlaran por imperativo legal de la promesa de acatamiento de la Constitución. Los untamos, los consentimos, los indultamos y acabamos permitiendo, con apenas el reproche educado de un periodista, que una diputada desplace con desprecio la bandera nacional del lugar de preeminencia que la Ley ordena. O mejor, que la Ley dice.
Debería darnos vergüenza. Pero no de ella, sino de nosotros, los que lo aceptamos.
Unos pocos días antes de este bochorno que nos presenta como una nación débil que no sabe cómo defenderse para seguir existiendo, el Congreso rechazó una proposición de Vox para llamar a los españoles a un referéndum sobre la ilegalización de partidos separatistas. Votos a favor: los 52 de Vox, un diputado del Grupo Mixto ex de Ciudadanos y una diputada socialista que, por supuesto, se equivocó. En contra: 288. Es decir, toda la mayoría frankenstein, el Partido Popular y los restos de lo que una vez fue Ciudadanos. Doscientos ochenta y ocho votos a favor de que sigamos tragando.
Hoy es miércoles de ceniza, el día en el que el sacerdote dibuja sobre nuestra frente la señal de la cruz mientras nos recuerda —y hace bien— que somos mortales esperando que el gesto humilde de reconocerlo refuerce nuestra fe. No estaría de más que aprovecháramos un minuto para reflexionar sobre el hecho cierto de que las naciones también pueden morir. Por doscientos ochent ay ocho votos a favor, incluidos los del Partido Popular y una diputada separatista de apellidos aragoneses y riojanos, y sólo cincuenta y tres votos y una diputada que se hizo un lío. en contra. Cubrámonos de ceniza.