«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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14 de abril de 2023

Una comparación vil

El coordinador general del Partido Popular, Elías Bendodo (María José López / Europa Press)

Como informamos en La Gaceta, el coordinador general del Partido Popular, Elías Bendodo, aprovechó un desayuno informativo en Sevilla para leer —y esta es la clave— una declaración en la que listaba los partidos que, según él, «dicen sumar pero que luego dividen». En esa relación, Bendodo nombró, por este orden, a «Podemos, Vox, Bildu, ERC y Junts», estableciendo así una comparación entre una fuerza nacional, patriótica y democrática que defiende el Estado de Derecho y el imperio de la ley justa, con un partido comunista en descomposición, unos filoetarras y dos partidos golpistas.

Decimos, y en las imágenes se aprecia con claridad, que el popular Bendodo leyó esa declaración. O lo que es lo mismo, estaba escrita y, por lo tanto, pensada para ser dicha. No fue una desgraciada ocurrencia mal parida en el fragor de la retórica ni un lapsus linguae. La villanía del alto cargo popular al emparejar al partido de Santiago Abascal con proetarras y golpistas fue premeditada.

No es nuestro propósito editorial defender a Vox de una comparación terrible. Sin duda, es innecesario. Lo que sí señalaremos es la confirmación de que el Partido Popular ha entrado en la segunda fase de su pintoresca estrategia de metamorfosearse en una formación homologable al centro izquierda.

La primera fase, completada al 90%, fue la de aceptación de todo el modelo de transformación social puesto en marcha por el Partido Socialista que continúa la obra de González y Zapatero al dictado de la Agenda 2030. Noventa por ciento y subiendo, como demostró ayer el Partido Popular cuando unió sus votos con los de la izquierda para aprobar en el Parlamento de La Rioja una ley de igualdad con el objetivo de «combatir el machismo y el patriarcado». De momento, al PP, indistinguible de los socialistas en Europa, sólo le falta decir que el aborto es un derech… oh, vaya.

La segunda fase de todo partido socialdemócrata que se precie consiste en la demonización del rival político usando eslóganes baratos sin aportar argumento intelectual alguno que aguante la táctica. En este caso, cuando Bendodo lista a los partidos que «dicen sumar, pero que dividen», introduce a Vox, que es su socio de coalición de Gobierno en Castilla y León y la misma formación que consintió en un alarde de generosidad jamás correspondida que Isabel Díaz Ayuso, en minoría, presidiera la Comunidad de Madrid, el desleal Almeida el Ayuntamiento madrileño, y que permitió que el PP gobernara por primera vez en Andalucía.

Esta fase tiene un peligro concreto: el de que cualquier votante del PP podría reprochar a Bendodo que acepte los votos de una formación que, según él, divide. Pero esa es otra de las características esenciales de la seudoizquierda en la que quiere instalarse el PP: cabalgar contradicciones.

Lo más peligroso de esta deriva popular es que tiene una tercera fase de búsqueda del poder al precio que sea. Muy estilo PSOE o, como diría el filósofo Quintana Paz, «la PSOE state of mind». Hoy, después de este ataque premeditado y vil de Bendodo a Vox y a sus votantes, y en el que, por cierto, el PP no incluye en esa relación a los recogenueces del PNV, no podemos descartar que lo del PP no sea táctica, sino estrategia, y que prefiera pactar con los enemigos de la nación antes que con Vox. Todo apunta a ello. Para desgracia de España.

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