La idea de que aumentar el gasto soluciona los problemas es uno de los dogmas que mayor fortuna han hecho en la organización polĆtica imperante en Occidente y replicada en medio mundo. De manera paradigmĆ”tica en Europa, superada la etiqueta de prejuicio atĆ”vico o de eslogan propagandĆstico, se concibe y se pregona como un bĆ”lsamo de fierabrĆ”s innegable para las izquierdas y derechas autodenominadas tradicionales del Ćŗltimo medio siglo.
Hace tiempo que dejó de sorprender, si es que alguna vez llegó a hacerlo, que los defensores de la alegrĆa prefieran el implacable capital como remedio o que los profetas de la austeridad, los que durante aƱos acusaron a los trabajadores de Ā«vivir por encima de sus posibilidadesĀ», elijan el dispendio del dinero ajeno para afrontar la mĆ”s rutinaria acción de gobierno.
De la Sanidad y la Educación —a pesar del mito representan una porción Ćnfima de las cuentas pĆŗblicas— a las leyes de gĆ©nero y trans, no existe responsabilidad de la Administración exenta del relato. La lista de ejemplos que ilustran el bucle nefasto de gasto-fracaso-gasto es infinita y creciente. El gobierno de turno (nacional, regional o local) identifica un problema, desarrolla unas polĆticas para abordarlo, crea unas instituciones y a todo ello le proporciona un respaldo presupuestario. Cuando ese entramado se demuestra inĆŗtil para los teóricos beneficiarios —y muy rentable para los teóricos gestores de la solución—, el anĆ”lisis concluye que la causa es el gasto insuficiente, que con una inversión mĆ”s generosa quedarĆ” resuelto el asunto.
AsĆ comienza y asĆ se desarrolla esa espiral de fracaso fundamentada en lo que se ha dado en llamar de manera eufemĆstica Ā«movilización de recursosĀ», es decir en la transferencia de rentas de contribuyentes desorganizados a grupos de presión organizados alrededor de las excusas mĆ”s variopintas. Un ciclo que acaba derivando en otro mĆ”s daƱino e irreversible que el propio problema que en teorĆa pretende abordar: el del gasto, la deuda inmediata y los consecuentes impuestos futuros.
El carĆ”cter dogmĆ”tico del gasto como remedio ha propiciado que la aplicación generalizada del proceso se traduzca en polĆticas fiscales y monetarias nocivas para la realidad diaria de la inmensa mayorĆa de las familias y trabajadores de Occidente, mĆ”s conscientes y cuidadosos con la administración de la economĆa de su hogar y su pequeƱa empresa que los teóricos servidores pĆŗblicos con aquello que es de todos.