«Yo le pido, señor Feijoo, que tome usted distancia, distancia definitiva e inequívoca, con todos aquellos que todavía hoy desde sus filas siguen despreciando a tres millones de españoles y que quizá no creen en su discurso de hoy […] Por eso yo le ruego, señor Feijoo, que, ni usted ni su partido, nunca más se olviden de que VOX no es el enemigo y de que, además, VOX no va a desaparecer. Acepten la realidad y regresen a la distancia infinita con los enemigos de España y de la convivencia. Nos tendrán al lado».
Lamentablemente de nada sirvieron las proféticas advertencias de Santiago Abascal, líder de VOX, al presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, en la sesión de investidura del candidato popular. Una investidura, conviene recordarlo, a la que el candidato del PP se pudo presentar gracias a la generosidad de VOX, quien ofreció sus votos sin exigir la entrada en un posible gobierno.
El Partido Popular, en el momento más crítico para la nación española y ante un ataque sin precedentes al Estado de Derecho a manos del PSOE, ha vuelto a primar su obsesivo interés partidista sobre el interés nacional. Se han impuesto los mismos que condujeron a los españoles a dejar el país en manos de un gobierno golpista: encuestadoras y satélites de comunicación.
Los responsables del 23J han vuelto a la carga liderados por Feijoo. Esta semana empezó con el presidente de GAD3, la encuestadora cabecera de Génova 13 que fracasó en sus predicciones y en su intento de manipular el voto. En un programa de radio, en vez de ejercer de profesional, actuó como un portavoz del partido y se adelantó a las declaraciones que realizaría posteriormente un alto cargo del PP: «Si VOX decide presentarse en Galicia, entonces claramente tendremos la constatación de que efectivamente entre Sánchez y Abascal debe haber algo». Un día después, el secretario de Organización, Miguel Tellado, afirmaba en otra emisora que VOX no debería concurrir a las elecciones gallegas después de haber señalado que «las encuestas le dan al Partido Popular mayoría absoluta en Galicia».
Al más puro estilo de Génova 13, todo se cae en cuanto es sometido a la razón. Si sus encuestas dan mayoría absoluta en Galicia, ¿qué problema hay en que se presente VOX? Y, aunque no fuera ese el caso, ¿no habrían hecho algo mal los gobernantes del PP en Galicia si no son capaces de revalidar una mayoría absoluta? Es comprensible que estén más cómodos gobernando solos, basta con comparar los gobiernos en los que tiene presencia VOX y en los que se reduce a la mitad el número de asesores y altos cargo y las subvenciones a los sindicatos frente a la mayoría absoluta de Juanma Moreno, donde hay más altos cargos que con el PSOE de Susana Díaz, o la de Ayuso, que mantiene felizmente con el dinero de los madrileños a los sindicatos que apoyan el golpe de Estado.
El PP amnistía a Sánchez
«¿Amnistía, sí o no? Yo digo no, ¿y usted?», preguntaba el candidato del Partido Popular al todavía presidente en funciones, Pedro Sánchez. Más adelante, ya en la investidura del dirigente socialista, el señor Feijoo declaró: «A usted la historia no le amnistiará».
Si bien la historia no le amnistiará, el PP sí. Después de manifestaciones firmes (siempre en apariencia), de convocar actos de partido contra la amnistía en los que poner el himno y llamar a los españoles a la moderación, y de afirmar —cuatro años después que VOX, siempre detrás— que el PSOE estaba cometiendo un fraude electoral y dando un golpe de Estado… el PP se cree tanto sus palabras que negocia las comisiones del Congreso de los Diputados con el PSOE y con Sumar para aislar a VOX. Algunos de sus líderes regionales se plantean prestarse al mercadeo de Sánchez de condonación de deuda a cambio de silencio, todo para normalizar el pacto de ERC y la desigualdad entre españoles. Ahora ya pueden los españoles entender por qué el PP ha rechazado la petición de Santiago Abascal de mantener una reunión entre los altos dirigentes para coordinar una respuesta institucional. Llegados aquí, o el PP no se cree lo que dice o no tiene el coraje suficiente para enfrentar el golpe.
Feijoo ha traicionado su palabra ante todos los españoles
Feijoo ha incumplido su palabra ante los españoles. En una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados, antes de ser propuesto por el Rey como candidato a la Presidencia del Gobierno, el dirigente azul se comprometió públicamente con las únicas condiciones que puso la formación de Abascal para votar a favor de su investidura. Los compromisos aceptados por Feijoo y hoy traicionados eran cuatro: (I) una muestra inequívoca de respeto a los votantes de VOX —Génova 13 niega su existencia y colabora con el muro de Sánchez— ; (II) poner en valor públicamente los acuerdos alcanzados por ambas formaciones en cinco regiones y en más de 100 ayuntamientos desautorizando a quienes los atacan —Génova 13 reniega de ellos y de una respuesta institucional ante el golpe de Estado—; (III) recuperar las instituciones y la normalidad democrática —negocia con quienes están dando un golpe de Estado—; y (IV) acabar con la pretensión de algunas minorías de imponer un apartheid a millones de españoles —las alimentan al excluir a VOX y sumarse a la demonización de la izquierda— .
En definitiva, el Partido Popular ignora las propuestas de VOX para coordinar una respuesta al golpe, pacta con el PSOE en el Congreso y pide pactar con este desde las autonomías, y recupera la estrategia de matar a VOX en vez de para detener a Sánchez, la misma que nos ha traído hasta aquí.