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10 de enero de 2022

El presidente de una parte del Gobierno

Foto de archivo de Pedro Sánchez reunido con el comunista y hoy ministro de Consumo, Alberto Garzón (foto: Eduardo Parra / Ep)

El presidente del Gobierno, en adelante: el presidente de una parte del Gobierno, Pedro Sánchez, ha lamentado en una radio amiga (suya) la polémica a propósito de las declaraciones del ministro de Consumo, el comunista y nostálgico de la RDA, Alberto Garzón, a un medio inglés en las que aseguraba, da igual en qué contexto lo quiera explicar, que España produce y exporta carne de  mala calidad.

Sánchez, como siempre, usa las palabras que le parecen en vez de usar las adecuadas. En ningún caso hay polémica, es decir, controversia, en las declaraciones del estalinista Garzón. Ni un solo ganadero español desconoce las excepcionales normas sanitarias y el férreo control de la calidad de la carne que se produce en España. El único que parece desconocerlas es el ministro Garzón. Por explicarlo con palabras sencillas que hasta el presidente de una parte del Gobierno podría entender: un conductor que circule en dirección contraria no genera una polémica, sino un riesgo grave para la seguridad de los demás.

Así, las declaraciones de Garzón no son polémicas, sino estúpidas, desgraciadas, dolosas, irresponsables, dañinas, peligrosas, descabelladas y/o insensatas; y en cualquier país civilizado en el que el sector primario esté regulado hasta la extenuación en lo que se refiere al proceso de producción cárnica, como es el caso de España, tales declaraciones conllevarían el cese inmediato del ministro y, a continuación, la inserción en el medio inglés de un publirreportaje sobre las excelencias de los productos cárnicos españoles para tratar de suavizar el descomunal desastre causado por el exministro Garzón.

Nada de todo eso ha ocurrido. Nuestros ganaderos, los que trabajan 365 días al año en medio de la España abandonada por un Gobierno que lo más rural que ha visto es el suelo a 10.000 pies de altitud en un Falcon consumiendo cacahuetes, necesitan un Gobierno que los defienda de estúpidas ideas globalistas que quieren arruinar su modo de vida y la identidad de la inmensa mayoría de los españoles.

El hecho cierto de que Sánchez no haya ordenado el cese inmediato de Garzón, haya autorizado la difusión de una campaña para decir que todo ha sido un bulo de la derecha (no sabemos lo que opinará The Guardian al respecto, pero nos imaginamos que por más progresista y por más financiado que esté por George Soros, no le hará gracia), evidencia, o bien la ya reconocida debilidad del presidente que sólo lo es de una parte del Gobierno, o bien que Sánchez comparte el fondo del mensaje globalista y supranacionalista de un ministro que habla al dictado. Que es el modo en el que siempre les ha gustado hablar a los comunistas.

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