El presidente de VOX, Santiago Abascal, ha demostrado hoy que otra forma de hacer política es posible, y eso es una excelente noticia. En tiempos de zozobra, como ha definido el líder de VOX a la combinación de desgobierno sanchista y convulsión en el Partido Popular, Abascal ha confirmado que su partido no se detiene a regodearse en las encuestas demoscópicas que ya lo sitúan como la segunda fuerza política de España. La preocupación de VOX es la debilidad conjunta de la alternativa al sanchismo. En román paladino: que los números no den para desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa. A eso lo llaman los historiadores «sentido de Estado», que es algo apenas visto en España desde los primeros tiempos de la democracia.
Desalojar a Sánchez es la prioridad de VOX, no el poder por el poder. Desalojar a Sánchez es desalojar el blanqueamiento del terrorismo, terminar con la incorporación del separatismo a la gobernabilidad de la nación española, acabar con la persecución fiscal, con el inasumible gasto político, con el poder de los sindicatos de clase dominados a golpe de subvenciones que pagamos todos los españoles. También es recuperar el prestigio internacional perdido desde hace tanto tiempo, extirpar las desigualdades del sistema autonómico, corregir el desplome de los salarios del sector privado en España, mandar a la basura las leyes ideológicas e identitarias que están provocando una fractura social que en tantas ocasiones lo único que busca es tapar las miserias de un sistema corrupto; plantear, al fin, una auténtica estrategia de recuperación de la soberanía energética perdida…. y cien urgencias más.
Abascal ha dicho, de nuevo, la verdad. Y la verdad es que hay votantes del Partido Popular y del increíble partido menguante que es Ciudadanos que jamás votarán a VOX. Por sus razones o sus complejos. Da igual. Eso no es un problema ahora. El desastre ocurrirá el día en el que esos votantes, ante la crisis de liderazgo de esos partidos y de sus propuestas políticas, pasen a engrosar las filas de la abstención. Frente a esa realidad que hoy aparece en el horizonte como una amenaza, Abascal ha recordado que lo que es malo para España —y la derrota de la nave genovesa hacia la escollera lo es, sin duda alguna—, es malo para VOX porque aleja la posibilidad de terminar con el sanchismo.
Por supuesto, es cierto que una parte del PP dinamitó por voluntad propia los puentes con VOX. Pero ese hecho innegable sólo da más valor a las elegantes declaraciones de Santiago Abascal en las que se ha negado a aprovechar la profunda crisis de los populares para pedir el voto útil.
Esta es la nueva forma de hacer política con la que VOX se presenta ante los españoles en estos tiempos de zozobra. Frente a la confusión, liderazgo, señorío, altura de miras y España. Solo importa España.