«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
EDITORIAL
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7 de diciembre de 2022

Hay que ensayar los penaltis

Marroquíes celebran el triunfo de su selección sobre la de España en el Mundial de Catar (Marco Alpozzi / LaPresse via ZUMA / DPA)

Si tuviéramos una máquina del tiempo, que ojalá, y un periodista de nuestro equipo de La Gaceta de la Iberosfera pudiera regresar a 1999 y contar que apenas 23 años después, en la noche del 6 de diciembre de 2022, la Policía Municipal de Madrid, bajo el mando de un alcalde del PP, iba a prohibir a los españoles acceder a la Puerta del Sol para evitar conflictos con una multitud de marroquíes que celebra el triunfo de su selección de fútbol sobre la española en el Mundial organizado en invierno en el desierto islamista de Catar, a buen seguro que nuestro crononauta sería conducido a una celda acolchada de unas urgencias psiquiátricas donde pasaría la noche forrado a fármacos antipsicóticos.

Como nuestra imaginación tiene un límite —ni que fuéramos un medio de izquierdas—, no alcanzamos a ver el destino de ese pobre crononauta si hubiera podido contar hace apenas 23 años, cuando la inmigración de origen africano era residual en España, otras verdades como que Barcelona, la antigua ciudad de los prodigios, es hoy un paraíso para la delincuencia. O que en Bilbao los magrebíes y los subsaharianos han sustituido a la borrokada etarra como la primera causa de inseguridad ciudadana; y que hay capitales de provincia como San Sebastián, Valencia o Alicante y pueblos del cinturón industrial —cada vez menos industrial— de Cataluña y de Andalucía, en las que cuesta encontrar un nombre español en la relación diaria de detenidos.

No ahondaremos en este editorial en el peligro que supone la inmigración ilegal y desordenada. En lo que sí queremos detenernos durante unas líneas es en el fracaso evidente de la cacareada integración que supone, aquí como en la toma magrebí de los Campos Elíseos de París o en los disturbios en Bruselas, que turbamultas de marroquíes subvencionados tomen las calles para celebrar con actos vandálicos y enfrentamientos su victoria futbolística sobre el país que los acoge y del que ellos se aprovechan.

Con todo lo que sabemos que ha ocurrido en estos 23 años de fomento desatado de la inmigración ilegal en España, y con lo que conocemos que ha ocurrido en otros países como el Reino Unido en el que la población de origen extranjero en Londres es ya más del 60 por ciento del total, lo que nos espanta es lo que nos podría contar un periodista de La Gaceta que dentro de otros 23 años, allá por 2045, se suba a una máquina del tiempo y viaje hasta el día de hoy. Con toda seguridad, nuestra imaginación se quedará muy corta si no se corrige de inmediato el rumbo de España, como el de tantas naciones de este Occidente autodestructivo.

No cansaremos más al lector con las medidas urgentes e imprescindibles que están en la base de la línea editorial de este periódico. Nuestros lectores saben que, contra las elites globalistas, las oligarquías políticas y económicas y las oenegés que se aprovechan de la inmigración ilegal, este periódico reivindica la defensa activa de las fronteras de España y de su identidad, que no son sólo físicas. Porque ser es defenderse.

Y atención: si pudiéramos empezar a ensayar los penaltis para no tirarlos como lo haría hoy mi abuela, que en paz descanse, también ayudaría. Esto último se puede tomar como una metáfora sobre Política de Estado en materia de inmigración o como un grito de rabia. O como las dos a la vez.

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