¿En qué ha mejorado el Partido Socialista Obrero Español la vida de los españoles? No ahora, sino desde siempre, desde sus comienzos revolucionarios y criminales —«estaremos en la legalidad mientras la legalidad nos permita adquirir lo que necesitamos; fuera de la legalidad cuando ella no nos permita realizar nuestras aspiraciones» (Pablo Iglesias, 1910)— hasta la inanidad intelectual que todo lo basa en el pernicioso derecho positivo, es decir, en la mera voluntad del Gobierno con desprecio de la nación, del imperio de la ley y del sentido común.
El PSOE ha sido una auténtica lacra para los españoles. En sus primeras estancias en el poder tras la Transición consolidó la corrupción, el clientelismo, el saqueo de las arcas públicas, la política de la subvención sin freno y las concesiones constantes al nacionalismo —luego copiadas por otros Gobiernos de signo distinto—. Sus pretensiones feudales exhibidas en el café para todos destruyeron lo que el primer Estado de la autonomías podría haber tenido de solución a la hora de resolver el minúsculo problema territorial español que hoy, alimentado sin decoro, ya no es minúsculo, sino monstruoso.
En el terreno económico, hasta el más ingenuo de los españoles sabe que la llegada del PSOE al poder siempre ha significado el empobrecimiento de España y el enriquecimiento de su casta. Más de cuatro millones de empleos perdidos —Sánchez aparte— entre los Gobiernos de González y Zapatero, que podrían haber sido muchos más si no fuera por esa política socialista de creación de un Estado de funcionarios —entre central y autonómico— duplicado, a veces triplicado y elefantiásico, en cualquier caso pertubador y que ha llevado al uso desenfrenado de la deuda pública como parche y a la implantación de un leviatán fiscal que empobrece a la clase media.
¿Ha encarado el socialismo el problema del invierno demográfico que en una década, no más, convertirá en insostenible el sistema de pensiones? No.
¿Ha protegido el PSOE el derecho de cualquier español a usar el español allá en el rincón de España en el que esté? No.
¿Las reformas educativas socialistas han mejorado la calidad de la enseñanza? No.
¿El socialismo ha reabierto las heridas de la Guerra Civil que creíamos sanadas con el reencuentro de los españoles en la Constitución de 1978? Sí.
¿La política exterior del PSOE gobernante ha defendido nuestros intereses permanentes y ha fortalecido nuestra posición en Europa y en el mundo? No.
¿Se ha asegurado el PSOE que el Estado de Derecho y la Justicia española sean hoy respetados en Europa? No.
¿El campo español que fue la despensa de Europa hoy muere silenciosamente por la desidia de los socialistas en beneficio de países adversarios y, a veces, enemigos? Sí.
¿Nuestras fronteras africanas, que lo son de Europa, son hoy más seguras gracias al PSOE? No.
¿Somos más libres los españoles para expresar nuestras opiniones hoy que en 1982? No.
En la peor crisis, la de la covid-19, el PSOE ha sido un partido inútil que desoyó por su afán sectario todas las advertencias que llegaban, no ya desde China, sino desde Italia y abandonó a los españoles, sobre todo a los mayores, a su suerte. El desamparo de millones de españoles ante los efectos económicos —que son sociales y que son morales— de la pandemia es desastroso y ha provocado una grave crisis de desafección entre los gobernados y las instituciones que debían protegerlos.
Y, por fin, la pregunta que lo encierra y reúne todo: ¿los Gobiernos del PSOE han fortalecido la unidad de España, que es un bien moral innegable, la soberanía nacional y el Estado? No hay nadie, ni el tertuliano mejor pagado de la cadena más subvencionada, que se atreva a decir cosa semejante. España es hoy más débil que hace tres años. Mucho más débil que hace 17. Extraordinariamente más débil que el 28 de octubre de 1982, cuando el primer socialista de esta etapa democrática puso su pie en La Moncloa.
Hoy, rebasando los límites de un acto discrecional y con absoluto desprecio de la Corona, la Justicia y las lecciones históricas, el Gobierno de Pedro Sánchez ha indultado a unos criminales que quebraron el orden constitucional, proclamaron una efímera y cobarde republiqueta, fracturaron a la sociedad catalana, malversaron dinero público para sus fines secesionistas, nos avergonzaron ante el mundo y, para más bochorno, lo volverán a hacer. Hoy, el PSOE ha vuelto a ser inútil para España y útil sólo para sus ansias de poder.
PSOE delenda est.