«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
EDITORIAL
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10 de abril de 2023

Jon Rahm jamás se rinde

El golfista español Jon Rahm (Afp7 / Ep)

El golf no es sólo un juego, sino una increíble alegoría de la vida. Cualquiera que haya jugado sabe bien que este deporte despiadado es una lucha mental. Contra nadie, sino contra ti mismo. Un mal golpe con tu madera favorita y te encanallas para el resto del recorrido. A un día de gloria le suceden semanas, meses, de agonía y deseperación. Un sábado cualquiera embocas desde 30 metros en un green que parece una montaña rusa y en el siguiente hoyo fallas a 30 centímetros en plano. Das cien bolas perfectas en el campo de prácticas y diez minutos después tragas saliva e imploras un mulligan deshonroso porque le has pegado al suelo antes de llegar a la bola en el tee del uno que ha salido llorando de la vergüenza ajena que le das…

No insistiremos. El que jugó al golf sabe que cuanto más cerca crees que estás de dominarlo, más te alejas. Y aun así, qué juego formidable que recompensa la perseverancia y la disciplina tanto como el talento y la fortaleza mental.

Algunas veces, pocas, cuando el don y las virtudes se juntan, nace un profesional del golf que el resto de su vida perderá cien o mil veces antes de ganar un torneo y luego volverá a perder cien o mil veces más y quizá nunca vuelva a levantar un trofeo, pero por qué no, quizá hoy…

Hoy, el golfista español Jon Rahm ha ganado el Master de Augusta. Es cierto que estamos ante un portento del golf, el número uno mundial; y que por su juventud, apenas 28 años, va camino de convertirse en una leyenda de este juego a la altura, y ojalá más alto aún, del jamás olvidado Severiano Ballesteros, eterna inspiración de todos los golfistas españoles. Pero no es menos cierto que el resto de su vida deportiva, Rahm perderá muchas más veces que gane. Muchísimas más.

Lo que el vizcaíno nos garantiza, como ha demostrado este fin de semana tras remontar un doble bogey en el primer hoyo que hubiera hundido a cualquiera —a cualquiera menos a él—, es que jamás se rendirá.

Si el golf, ese juego despiadado, es una alegoría de la vida, ojalá viviéramos todos con la fuerza mental con la que juega Jon Rahm. Un vizcaíno de Barrica, orgullo español.

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