«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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13 de diciembre de 2022

La corruptible Unión Europea

La eurodiputada socialista y vicepresidente de la Eurocámara, Eva Kaili (E. Vidal / Parlamento Europeo)

Entre los mitos modernos que más han calado en la opinión publicada, está aquel que cuenta ese relato fantástico de que la Unión Europea es la última barrera que protege el Estado de Derecho y las democracias liberales en las naciones que la conforman.

Para los que guardan algo de memoria reciente, ese mito se convirtió en bulo cuando la UE, tan beneficiosa para otros asuntos, se reveló como un club de inútiles que fue incapaz de entregar a España a golpistas malversadores como el fugado Carles Puigdemont o que obligó a nuestro país a poner en libertad a asesinos en serie etarras y violadores asesinos irrecuperables anulando la doctrina Parot que tanto bien hizo a la lucha antiterrorista en España.

Hoy, por desgracia, añadimos al mito la confirmación de una sospecha: la de que un Estado islamista como Catar ha conseguido sobornar a una serie de altos cargos socialistas y sindicalistas izquierdistas europeos, entre ellos a la vicepresidente de la Eurocámara, la socialista griega Eva Kaili.

Esta es la cuestión. Si una dictadura islamista ha conseguido sobornar a una progre feminista, pero no a una cualquiera, sino a una archiconocida socialista que lleva en política desde hace 21 años, premio del Parlamento Europeo, «la política más prometedora» (Der Spiegel), «la política griega con más proyección mundial» (Business Insider)… no podemos sino sospechar con fundamento cuántos políticos, funcionarios o asistentes del Parlamento Europeo y de cualquier otra institución con poder en Europa —incluidos personajes influyentes del mundo de la kultura y el deporte—, habrán sido corrompidos por potencias extranjeras con interés en ver a ciertas naciones europeas desgarradas y a la UE, debilitada. Pongan ustedes el nombre de esos países: China, las naciones iberoamericanas del Foro de Sao Paulo, los países del Golfo, incluso Rusia.

Esto no es política ficción. Detrás de declaraciones increíbles como la de una socialista feminista con un futuro espléndido en favor de un régimen islamista en la que la mujer es un ciudadano como máximo de segunda y los trabajadores extranjeros, carne reemplazable de mortero, es elemental que se esconde la misma corrupción que puede llevar a alguien, por decir algo, a legislar en contra de la soberanía energética europea, comprar gas frackeado a los Estados Unidos, topar el precio del gas ruso por encima del precio de mercado, atacar la soberanía de Hungría o de Polonia, asistir a las oenegés que se lucran con el tráfico de inmigrantes ilegales, lisonjear al tirano Maduro, comprar cientos de millones de inútiles dosis de refuerzo de un medicamento experimental contra la primera cepa de la covid, destruir las relaciones con Argelia o allanarse ante un golpe institucional llevado a cabo por un Gobierno socialcomunista.

Es elemental, querido Watson, que, hoy por hoy, mientras los patriotas europeos sean una minoría en el Parlamento Europeo, no podemos esperar apenas nada de Bruselas, esa magnífica idea original, ese mito actual. Una corruptible Unión Europea jamás será ese deus ex machina que tantos españoles, en su inocencia buenista, creen que bajará del cielo para detener en el último instante el asalto de Sánchez & Cía al Estado de Derecho. Nos irá mucho mejor si interiorizamos con urgencia que estamos solos y que la responsabilidad de defender la nación española sólo es nuestra.

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