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19 de abril de 2021

La ultrasextita arrogante

Ana Pastor, periodista de La Sexta

La decisión de VOX de no acudir ayer a una entrevista anunciada por La Sexta a su candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, fue criticada con arrogante aspereza por parte de una de las periodistas/directivas de la cadena nacida «para el fomento del pluralismo» asegurando que VOX era, y citamos, «la ultraderechita cobarde».

Llamar ‘ultraderecha’ y ‘cobarde’ al partido de Ortega Lara y de Abascal son dos mentiras tan abrumadoras que sólo pueden obedecer a una decisión no ya política, ni periodística, sino empresarial. La misma decisión que llevó a esa cadena a disculpar con fingida equidistancia el ataque a VOX en Vallecas.

Para comprender la importancia de lo empresarial, basta con imaginar si La Sexta hubiera informado del origen de esa violencia y hubiera señalado a los responsables de incitar a los violentos. Es decir, bastaría con imaginar si hubiera hecho periodismo en vez de reunirse en reservados de restaurantes. Sin duda, la cadena nacida de los amigos de Zapatero habría sufrido una merma económica como consecuencia del abandono de su audiencia radical de izquierdas y recibiría el reproche político de determinadas formaciones gobernantes en forma de recorte de las subvenciones y de otras formas de corrupción, como el uso de criterios políticos a la hora del reparto de la publicidad institucional. Hablamos de miles de millones de euros, además de otras prebendas en forma de graciosas concesiones administrativas que deberían ser inaceptables en una democracia liberal.

Frente a decisiones empresariales, los partidos independientes de poderes económicos, como es el caso único de VOX, deben ser libres para valorar y decidir si acuden a una cadena rescatada, subvencionada y que ha hecho de la persecución a unas ideas libres, democráticas y desacomplejadas (que ahí esta el quid de la cuestión), una forma de beneficio económico.

Por desgracia, estas decisiones empresariales de ejecutivos y periodistas millonarios que quieren seguir siéndolo, impiden que el sesgo izquierdista de la mayoría de los medios de comunicación, por el bien de la salud de la opinión pública española, pueda ser corregido. El rentable activismo anti-VOX de esos medios, que no dedican un solo esfuerzo a examinar la desastrosa gestión gubernamental de la pandemia de coronavirus y de sus efectos sanitarios, económicos y sociales, es una cuestión de beneficios y de dividendos. Sin más. Si tienen alguna duda, repasen la cobertura que realizó La Sexta a cierto brote minúsculo de ébola que terminó con el sacrificio de un pobre perro y compárenla con los mensajes lanzados por la misma cadena mientras en España morían, y todavía mueren, centenares de seres humanos a diario por la covid-19. El mensaje principal, para bochorno del periodismo, fue que había que lavarse las manos. En el sentido literal y, por lo que se observa, en el figurado.

En La Gaceta de la Iberosfera, como periodistas, creemos que el escrutinio de los medios de comunicación es parte esencial de la rendición de cuentas a la que deben estar obligados todos los cargos públicos con responsabilidades de gestión de las arcas públicas, es decir, que manejen el dinero de los contribuyentes. Ni es este el caso de la candidata de VOX ni por asomo una campaña electoral es la misma situación. Hace bien Rocío Monasterio y no debe dar más explicaciones, sobre todo cuando La Sexta sólo busca aumentar su cuenta de resultados con arrogante desprecio, no sólo de la cortesía del anfitrión, sino de la verdad.

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