«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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24 de abril de 2023

La violencia nos daña a todos

Imagen de archivo de una pintada amenazante contra el presidente de Vox, Santiago Abascal (Europa Press)

Los ataques sucesivos a las carpas informativas de Vox en varios puntos de España durante este fin de semana son graves y preocupantes. Es verdad que no son novedosos, pero el aumento en la intensidad de la violencia contra los voluntarios, militantes y cargos del partido de Santiago Abascal a poco más de un mes de las elecciones locales y autonómicas, obliga —debería obligar— a los partidos que crean todavía en los principios que fundamentan la Constitución, a mostrar su compromiso con la libertad, que no puede ser sólo un lema de campaña.

Lo hemos escrito varias veces, pero no nos cansaremos de repetir que nuestro sistema constitucional del gobierno representativo sólo puede funcionar cuando el valor de los votos se mide en el acceso de los votantes a la información libre sobre los candidatos. Dentro de ese proceso de maduración del pensamiento, la celebración en paz y en libertad de todos los actos de todos los partidos es una parte imprescindible porque mide la temperatura democrática de la sociedad en su conjunto y, por ende, el valor de los votos.

En la comprensión del riesgo para la supervivencia del propio sistema democrático que supone la violencia contra una formación política que siempre es la agredida y jamás la agresora, los poderes públicos deben garantizar y proteger el desarrollo en libertad de los actos informativos de Vox. En este sentido, también resulta imprescindible que los medios de comunicación, por muy hostiles que sean sus líneas editoriales contra Vox, informen sobre la violencia y, al mismo tiempo, realicen un ejercicio de pedagogía y condenen la intimidación constante de los militantes y cargos de ese partido.

Como decimos, nada de todo esto es nuevo. Las alertas antifascistas lanzadas por partidos izquierdistas de honda raíz totalitaria, y la subsiguiente violencia ejercida contra Vox en pasadas campañas electorales, deberían haber movilizado desde hace años a los mismos poderes públicos, partidos y medios de comunicación a los que ahora, de nuevo, apelamos.

Por desgracia, nada se ha hecho desde entonces. El visible muro de silencio que rodea la creciente violencia contra Vox daña la confianza de los españoles en un sistema representativo que dice fundamentarse en el orden político y la paz social. En otras palabras: la violencia contra Vox no sólo perjudica el derecho de ese partido a informar en libertad, sino al conjunto de la España constitucional. Urge, por lo tanto, una condena sin paliativos de la violencia antes de que esta nos devore a todos. Con cada ataque a Vox, ese día está más cerca.

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