Los ataques sucesivos a las carpas informativas de Vox en varios puntos de EspaƱa durante este fin de semana son graves y preocupantes. Es verdad que no son novedosos, pero el aumento en la intensidad de la violencia contra los voluntarios, militantes y cargos del partido de Santiago Abascal a poco mĆ”s de un mes de las elecciones locales y autonómicas, obliga ādeberĆa obligarā a los partidos que crean todavĆa en los principios que fundamentan la Constitución, a mostrar su compromiso con la libertad, que no puede ser sólo un lema de campaƱa.
Lo hemos escrito varias veces, pero no nos cansaremos de repetir que nuestro sistema constitucional del gobierno representativo sólo puede funcionar cuando el valor de los votos se mide en el acceso de los votantes a la información libre sobre los candidatos. Dentro de ese proceso de maduración del pensamiento, la celebración en paz y en libertad de todos los actos de todos los partidos es una parte imprescindible porque mide la temperatura democrÔtica de la sociedad en su conjunto y, por ende, el valor de los votos.
En la comprensión del riesgo para la supervivencia del propio sistema democrĆ”tico que supone la violencia contra una formación polĆtica que siempre es la agredida y jamĆ”s la agresora, los poderes pĆŗblicos deben garantizar y proteger el desarrollo en libertad de los actos informativos de Vox. En este sentido, tambiĆ©n resulta imprescindible que los medios de comunicación, por muy hostiles que sean sus lĆneas editoriales contra Vox, informen sobre la violencia y, al mismo tiempo, realicen un ejercicio de pedagogĆa y condenen la intimidación constante de los militantes y cargos de ese partido.
Como decimos, nada de todo esto es nuevo. Las alertas antifascistas lanzadas por partidos izquierdistas de honda raĆz totalitaria, y la subsiguiente violencia ejercida contra Vox en pasadas campaƱas electorales, deberĆan haber movilizado desde hace aƱos a los mismos poderes pĆŗblicos, partidos y medios de comunicación a los que ahora, de nuevo, apelamos.
Por desgracia, nada se ha hecho desde entonces. El visible muro de silencio que rodea la creciente violencia contra Vox daƱa la confianza de los espaƱoles en un sistema representativo que dice fundamentarse en el orden polĆtico y la paz social. En otras palabras: la violencia contra Vox no sólo perjudica el derecho de ese partido a informar en libertad, sino al conjunto de la EspaƱa constitucional. Urge, por lo tanto, una condena sin paliativos de la violencia antes de que esta nos devore a todos. Con cada ataque a Vox, ese dĆa estĆ” mĆ”s cerca.