Cuando las tropas francesas del cuñado de Napoléon, el mariscal Murat, trataban de sacar a la Familia Real española del Palacio, fue un simple maestro cerrajero, José Blas de Molina, quien prendió la mecha de la Guerra de Independencia contra el francés. Fue él quien aquel 2 de mayo de 1808 arengó al pueblo de Madrid y quien clamó venganza y guerra contra aquellos que vinieron a imponernos a los españoles un rey ilegítimo y una organización política ajena a nosotros.
A partir del grito del cerrajero: «¡Matadlos! ¡Que ningún francés entre en Palacio!», la relación de los madrileños muertos en combate contra mamelucos y dragones, tiroteados en los balcones, o fusilados por las tropas de Bonaparte, nos cuenta que fueron mozos de pala o de tabaco, aguadores, carboneros, trajineros de vino, contadores, panaderos, albañiles, mancebos de las caballerizas, alfareros, amas de casa, jornaleros, zapateros, soldados, cirujanos, curtidores, arrieros, mendigos, niños…
Fue el pueblo, en su definición más perfecta, el que el 2 de mayo de 1808 defendió con su vida la identidad y la soberanía de España contra una imposición extranjera y ajena a nosotros. Esa imposición con la que entonces colaboraron de buen grado los afrancesados de la oligarquía económica, la minoría ilustrada, el aparato burocrático y la jerarquía eclesiástica. O como dejó escrito aquel diputado catalán y magnífico patriota defensor de nuestra lengua común y de la Fiesta Nacional, Antonio de Capmany: «Esa fastidiosa turba de sabihondos, ideólogos, filósofos, humanistas y politécnicos».
Hoy, de nuevo, igual que entonces, deberá ser el pueblo llano el que defienda a España de las imposiciones dictadas fuera de los muros de la nación. No encontraremos defensores de nuestra identidad y de nuestra soberanía entre la oligarquía financiera, los burócratas, ni entre esa turba fastidiosa de ideólogos y sabihondos que forma la gran mayoría de la clase política que se afana hoy, igual que hizo en 1808, en que España sea una nación dependiente.
Parece una burla que hoy, los mismos partidos del consenso que defienden agendas globalistas que quieren condenarnos a no tener nada, a no decidir nada y a tragar con absurdas ideologías ajenas a los españoles, sean los que presidan los actos que honran a los héroes del levantamiento del pueblo de Madrid el 2 de mayo.
Si parece mezquino e hipócrita que los colaboracionistas de agendas extranjeras de hoy digan honrar a los héroes que ayer murieron por nuestra independencia, será porque lo es.