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2 de junio de 2022

Once catalanes sensatos

El presidente de VOX en Cataluña, Ignacio Garriga
El presidente de VOX en Cataluña, Ignacio Garriga. Flicker

Después de 44 años de progresiva y consentida deslealtad nacionalista en Cataluña y, lo que es peor, de rebeldía abierta frente a la ley por parte de unos poderes públicos catalanes que lo son sólo por delegación de la soberanía nacional, lo peor que podemos decir sobre el Partido Socialista y el Partido Popular es que no sabemos qué piensan hacer al respecto.

La anunciada rebelión ilícita por decretazo del sedicente Gobierno catalán ante la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que manda impartir (sólo, muy poco) un 25 por ciento de las asignaturas en español —lengua materna de una mayoría de catalanes, lengua de cohesión y que nos hermana con cientos de millones de personas en todo el mundo—, es un atentado de una extraordinaria gravedad contra el interés general de los españoles que no sólo desacata una sentencia, sino a la propia Constitución.

La inobservancia de la ley por parte de las autoridades políticas de una comunidad autónoma como es la región catalana, merece, sin duda alguna, la aplicación de medidas coercitivas que garanticen que los derechos de los catalanes no sean pisoteados. Mucho más cuando sabemos que todo forma parte un plan de ruptura de la nación a través de la quiebra de afectos que supone el uso y abuso de la lengua catalana para construir en las aulas, y por tanto en las mentes de los más vulnerables, una identidad artificial.

Como decimos, después de 44 años de progresiva deslealtad consentida por el bipartidismo que hasta ahora ha dominado la política nacional, lo peor que nos puede ocurrir es saber, como sabemos, que PSOE y PP sólo recurrirán a las fracasadas políticas de apaciguamiento. Fracasadas porque no han servido, como se ve, para nada. Incluso para todo lo contrario.

En medio de esta gigantesca anomia del bipartidismo, incapaz de encontrar más soluciones que la federalización de España propuesta por el socialismo indultador o la exaltación plurinacionalista del régimen autonómico que encabeza el PP, encontramos en la oposición activa e insobornable de Vox, que exige la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña, un camino de sensatez.

Lo sensato, en contra de los tópicos con los que se han despachado estas décadas tantos políticos socialistas, populares y los periodistas que les son propios, es exigir que el Estado de Derecho actúe contra cualquiera (no digamos ya si ese cualquiera en un cargo público) que incumpla la ley con el fin de quebrar la unidad de España. Lo insensato es apartar la mirada y dejar hacer.

Lo mejor que nos ofrece Vox es su previsibilidad, algo muy original en la política española. Sabemos lo que Vox exige y lo que hará en defensa de los derechos de los españoles aun a costa del acoso diario que sufren sus cargos y sus militantes por parte de los poderes establecidos de esta España que, como predijo Alfonso Guerra, ya no la reconoce ni la madre que la parió.

El ejemplo perfecto de este sacrificio diario son los once diputados de Vox en el Parlamento de Cataluña, liderados por Ignacio Garriga, que desde que se convirtieron en la primera fuerza nacional en Cataluña el 14 de febrero de 2021, no han dado un solo paso atrás, como les pidió Santiago Abascal aquel día, en la defensa de la Constitución y en la oposición exigente e implacable ante el desvarío nacionalista, la complicidad del socialismo y la moderación inútil —como está demostrado— del Partido Plurinacional que hoy lidera Feijóo.

Ayer, sin miedo a nada ni a nadie, Vox presentó ayer un documental sobre el primer año de Ignacio Garriga y sus diez valientes en el Parlamento de Cataluña, donde fueron recibidos con un desprecio que enmascaraba el miedo del secesionismo a la reconquista del Estado de Derecho que propugna Vox allá donde sea necesario. Recomendamos a todos los lectores de La Gaceta de la Iberosfera que lo vean. Son los mejores y más reconfortantes 30 minutos que hemos visto para volver a confiar en que, pese a la enormes dificultades, hay once catalanes sensatos que en representación de millones de españoles de dentro y de fuera de Cataluña, no abandonarán a los catalanes de bien, que a pesar de todos los esfuerzos del nacionalismo y la indignidad del bipartidismo, son la mayoría.

Con estos once comenzará todo. Cataluña se queda.

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