«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
9 de abril de 2021

Pedir perdón a Cala

Las sociedades occidentales llevan décadas tratando de destruirse a sí mismas rindiéndose al posmodernismo y a su aliado esencial, el marxismo cultural. Hasta hace unos años, ese proceso de destrucción encontraba un obstáculo firme en la razón y en la ley que impedían conductas que pusieran en peligro todo lo conseguido en materia de derechos, libertades y obligaciones.

Sin embargo, con las primeras luces del siglo, no sabemos si por algún efecto 2000 oculto, la razón, que siempre requiere principios y coherencia, fue sustituida por los sentimientos, que no requieren ni principios ni coherencia, que se disocian de la realidad con una extraordinaria facilidad y que pueden ser excitados por grupos de poder con objetivos políticos.

Lo pertinente es que el Valencia, su presidente y los líderes sectarios de izquierda que deberían haber respetado la presunción de inocencia de Juan Cala, le pidan perdón

De esta desconstrucción de la razón y su sustitución por los sentimientos, nacieron todos los grupos de ofendidos que hoy pueblan la civilización occidental y que han conseguido pervertir elementos claves de nuestra sociedad como la presunción de inocencia. El esquema tradicional marxista que sólo distingue entre agredido y agresor ha conseguido un avance que ni los más conspicuos pensadores marxistas habrían siquiera soñado en la primer mitad del siglo pasado: señalar a los agresores no por sus actos, sino por su pertenencia a determinado grupo racial, religioso o sexual e invertir la carga de la prueba, haciendo que la mera denuncia del supuesto agredido sea prueba suficiente.

Pudo parecer que la ley se opondría a semejante arbitrariedad, y todavía en ocasiones se resiste, pero donde no llega la ley —todavía, que la amenaza del derecho positivo es constante—, esos mismos grupos, con el apoyo de los medios de comunicación al servicio de la progresía, han encontrado en la llamada ‘pena del telediario’ el modo perfecto de destruir la reputación de cualquiera. Basta la palabra (yo sí te creo) tomada como dogma de fe pronunciada por un individuo de uno de esos grupos que la corrección política ha decidido que sólo pueden ser agredidos y jamás agresores, para que aceptemos sentimentalmente que no puede estar equivocado.

Todo lo anterior es, y podríamos poner mucho más ejemplos, lo que ha ocurrido en el caso del insulto racista que el pasado fin de semana el jugador francés del Valencia Mouctar Diakhaby, de ascendencia guineana, aseguró haber escuchado de boca del jugador español del Cádiz, Juan Cala. La sola palabra del jugador francés, que aseguró que el español le había llamado «negro de mierda» sirvió para detener un partido de fútbol (que sólo se reanudó bajo la presión de la pérdida de puntos para el Valencia) y dio pie a los líderes de la izquierda para ordenar el linchamiento social de Juan Cala, a quien se condenó sin juicio y sin posibilidad de defensa con argumentos tan estúpidos y peligrosos como «su mirada de culpabilidad».

La realidad, que como ya hemos dicho se disocia con facilidad del discurso de la izquierda, es que La Liga de Fútbol Profesional, que ha realizado un trabajo excelente en su promoción de los valores del deporte y en la lucha contra el racismo como ejemplo para la sociedad, no ha encontrado ni una sola prueba en grabación alguna que valide la denuncia del jugador valencianista.

Con el principio de economía en la mano, la explicación más sencilla es que Diakhaby creyó escuchar lo que jamás se dijo y que las pulsaciones de un partido profesional de fútbol hicieron el resto. Ahora, con las pruebas de las grabaciones del sonido de aquel partido, lo pertinente es que el Valencia, su presidente y los líderes sectarios de izquierda que deberían haber respetado la presunción de inocencia que es —por ahora— uno de los puntales esenciales de nuestro ordenamiento jurídico, salgan a pedir perdón a Juan Cala.

Lo contrario sería una injusticia. Otra injusticia.

TEMAS |

Noticias de España

.
Fondo newsletter